martes, 5 de febrero de 2008

FECHAS PATRIAS

Por: Brígido Franeites
Fuente: www.arteliteral.com (05.02.08)

En lo personal tengo poco fe en el discurso de la historia oficial, en sus mamometros escritos a la sombra de la objetividad, convirtiendo la historia en un aburrido compendio de fechas y hechos un tanto tergiversados.

Esa historia manipulada y escrita, saltándose algunos hechos escabrosos, me da muy mala espina. Esa historia que pintarrajea los hechos con colores puros y virginizados y que hace exclamar a Páez, en el fragor de una batalla, “Vuelvan caras”, me parece ridícula. Quizás Páez percatándose que algunos de sus hombres se preparan para poner pie en polvorosa les gritó para disuadirlos. No dudo que Paz, autodidacta, escritor de una ópera, buen jinete y con algo de músico, no haya sido capaz de conservar las buenas maneras, pero estoy seguro, que haciendo honor a su ascendencia llanera, debió gritar unas cuantos improperios a semejantes cobardes.

La historia oficial se ha encargado de enmendar los hechos de nuestra historia, de pasteurizar a nuestros conspicuos héroes, de colocarlos en un santoral imperecedero de gloria y virtudes sin señal alguna de extravío. Le han quitado los rasgos humanos a nuestros héroes para convertirlos en monigotes de culto sin vida mundana y silvestre. Otras veces convierten a esos mismos héroes en personajes de noveletas de aventuras con muchas lagunas, anécdotas sin sentido y demasiadas invenciones fantásticas. Muchos de nuestros novelistas como Herrera Luque, Miguel Otero Silva y Denzil Romero se han acercado más a la verdad histórica que muchos historiadores ensopados de adacademia y documentos.

Historiadores, seudohistoriadores y muchos covachuelistas con pretensiones historicistas se han limitado a ser repetidores monocordes de otros historiadores y muchos de ellos sólo se limitan a copiar los hechos históricos de las enciclopedias. La historia viva, llena de análisis y crítica, tomando en cuenta sus gazapos, parece no tener cabida en las páginas que estos concienzudos copistas se molestan en llenar.

Con las fechas patrias pasa un poco como con la historia oficial, nadie sabe para que sirven, pero están ahí en el calendario de nuestra existencia.

Tenemos fechas para todo. Celebramos el día de la firma del acta de la independencia, el día de la muerte del libertador, el día de la batalla de Carabobo, etc. A la burocracia política le encanta celebrar las fechas patrias porque piensan que es una manera efectiva de hacer país. En la escuela las fechas patrias sirven para introducir a los alumnos en el mundo del teatro, para realizar actividades de curso la mar de artificiales y en extremo vomitivas.

Las fechas patrias celebradas cada año se han convertido en una costumbre, en un hábito que se repite de manera mecánica. Son fechas que no le dicen nada a nadie. Existe todo un ritual: ofrenda floral, palabras del orador de turno y el enorme fastidio en la cara de obligados asistentes.

Es que la patria ya no se lleva y los patriotismos acérrimos o chauvinistas mucho menos. En nombre de la patria, la bandera y el culto a los héroes los hombres han desatado las guerras, levantado campos de concentración, construidos muros, erigido patíbulos para los traidores; han dado pie a los odios étnicos y los rencores xenófobos.

No cabe duda que con este gobierno de cachuchas militares solapadas y originarios asambleísticos la patria se pondrá de moda. El rostro de nuestros héroes, con colores eléctricos, se estampará en las franelas juveniles.

Con una ingenuidad soberbia se piensa que a constitución nueva, país nuevo. Para hacer patria, país se requiere algo más que una carta magna, algo más que una historia pacata, friolera, llena de erratas y de tachaduras. Para hacer patria se requiere de menos ornato, boato y discurso de orden.

Francisco Umbral ha escrito: “Si en algo hemos progresado los hombres es en capacidad de escepticismo, y el fin de siglo, el fin de milenio nos coge bastante lúcidos, paseantes y contempladores del revés de la trama del gran tapiz de la historia”. En eso anda uno, leyendo el revés de los discursos politiqueros de siempre, descifrando ese reverso de nuestra historia que muchos han querido suprimir y que se trata de obviar para no terminar como náufragos en la playa del desengaño. En fin los embustes de la historia, la reducción de nuestro acervo a una fecha o así.

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