viernes, 1 de febrero de 2008

A VOLODIA TEITELBOIM, "MUCHACHO DEL SIGLO VEINTE"… MIS RECUERDOS Y AGRADECIMIENTOS

Por: Hernán Montecinos
(31.01.08)

¿Qué decir sobre Volodia Teitelboim Volosky en la hora de su muerte que ya no se haya dicho? Por cierto, todo un caballero de la política y un agudo observador de la historia de nuestro país y del mundo, a través de sus múltiples ensayos, monografías y artículos. A decir verdad, un verdadero “muchacho del siglo veinte”, frase homónima de uno de sus más apreciados libros. Un privilegiado testigo de los acontecimientos políticos y sociales que han estremecido la historia contemporánea del siglo XX y del que recién se inicia.

En lo personal, muy gratos recuerdos de su gran personalidad política y un agradecimiento muy particular al escritor, por ayudarme en mis primeros pasos literarios, momentos en los cuales, los que recién incursionamos en las letras, necesitamos del aliento y estímulo de intelectuales con bagaje y trayectoria como el del compañero Volodia. Por eso, y aunque parezca poco modesto de mi parte, mi recuerdo y homenaje lo haré transcribiendo sus propias palabras, aquellas con las que prologó uno de mis primeros ensayos (“Del pensamiento mágico al posmoderno”), escrito en donde Volodia amplió y enriqueció el horizonte que yo quise alcanzar en mi libro.
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DEL PENSAMIENTO MÁGICO AL POSMODERNO*

Por: Volodia Teitelboim

”Esta obra de Hernán Montecinos, Del Pensamiento Mágico al Posmoderno, llega en hora oportuna. Constituye un ceñido cuerpo de reflexión filosófica y sociológica. Responde a una necesidad urgente: contribuir al retorno de la racionalidad, a restablecer la conciencia herida, aportando luces para disipar el oscurantismo, la actual confusión reinante, en un proceso de superación del peligroso retroceso de las ideas humanistas que ha impuesto, a escala planetaria, el dogma neoliberal.

Las desventuras del género humano se han agudizado en los últimos tiempos. Nunca hubo en la edad contemporánea tantas guerras locales, tantos conflictos étnicos desatados, tanta drogadicción, tanto poder de la mafia. El desnivel entre los países desarrollados y el Tercer Mundo se ha hecho más abismante. La desigualdad entre las clases sociales se ahonda. Se multiplica explosivamente la distancia entre los pobres de la tierra y los sectores opulentos. La corrupción sobrepasa arrolladora los límites conocidos. Invade al Estado. El crimen organizado se convierte en poder. La depredación de la naturaleza se agrava en beneficio de la codicia. El menoscabo de los valores humanos también forma parte de la lógica intrínseca del sistema.

Motivación y objetivo moral e intelectual del libro es dar un ¡alerta! ante este cuadro generalizado de desprecio hacia la condición humana, que ha erigido en piedra angular la dominación cada vez más despiadada del hombre sobre el hombre. Estas páginas se proponen allegar argumentas a la crítica de la moral del mercado, cuya característica es no tener moral. Dicho modelo sin alma pretende imperar omnímodo durante el siglo XXI.

La fórmula malamente llamada neoliberal no es sino otro nombre para la fase actual del capitalismo. Ajeno a todo sentido de solidaridad, promueve un mundo sin ideales, convertido en selva posmoderna, salvaje en términos de crueldad concreta y masiva.

Del Pensamiento Mágico al Posmoderno explica los móviles y mecanismos del neoliberalismo. Para mantener su hegemonía precisa imponer su proyecto en todos los dominios. Ello requiere moldear la mentalidad, mirando a su antojo el sentido de identidad de las naciones, de los pueblos y las personas. Monta estructuras de democracia formal para rechazar la democracia real. Erosiona la libertad de análisis, volatiliza la autoconciencia individual y colectiva de las mayorías afectadas en su vida cotidiana. En los hechos niega las perspectivas de un futuro distinto. El virtual monopolio comunicacional, que abraca todos los continentes, le permite llegar, especialmente a través de la televisión, hasta los últimos rincones, generando a diario una visión manipulada del acontecer del mundo. Por vía subliminal transmite su mensaje. Las víctimas, sin saberlo, hacen suyas las ideas del victimario, asimilan los estereotipos regresivos. Así, millones de personas actúan contra sí mismas. Su propósito estratégico es de largo alcance. La humanidad –y por ende los pueblos- deben renunciar a toda idea de cambio, cancelar toda aspiración de alcanzar algún día una existencia digna en una sociedad más justa.

Para el autor no es un misterio que participan en esta colosal empresa de mistificación intelectuales, filósofos, economistas, sociólogos, politólogos, comunicadores enrolados por la máquina del poder. Su tarea es revestir de novedad lo anquilosado, repintar los mitos conservadores con una capa densa, engañosa y atractiva de posmodernidad. Gran número de expertos y de entidades bien financiadas se dedican a elaborar teorías cuya misión es negar el Avance Social y hacer la apología del status. Se esfuerzan por imponer los sofismas del sistema en el campo de la reflexión, por inculcarlos en la mentalidad y en el subconsciente colectivo de las muchedumbres. Incursionan al efecto en las áreas de la filosofía política deslizando su contrabando de trasfondo retardatario. Presentan como última palabra los más añejos contenidos bajo formas ultramodernas.

A pesar que aún se habla del fin de las ideologías y hasta un absurdo fin de la historia, las ideologías siguen vivas y actuantes: la historia continúa su marcha y la batalla por las conciencias recrudece. A ella se suma en espíritu la obra de Montecinos.

El reflujo del pensamiento avanzado tiende a experimentar un vuelco en los últimos tiempos. Se percibe la irrupción de tendencias a la recuperación. Comienza a desvanecerse la euforia de los apologistas de una sociedad posmoderna que anunciaba un mundo sin mayores problemas. Se va desvaneciendo bajo los golpes de la dura realidad.

Por otro lado la izquierda, a la defensiva, tiende poco a poco a reorganizarse. Lo conseguirá siempre que aprenda de la historia, que extraiga enseñanzas de la experiencia. Ella la obliga a replanteamientos de fondo, a una autocrítica valerosa, a adecuaciones inteligentes ante una realidad diversa, que requiere enriquecimientos frescos y análisis osados frente a fenómenos nuevos. Nada de ello reemplaza a Marx: no lo invalida sino que lo confirma, a condición que sea mirado con ojos contemporáneos y espíritu dialéctico.

El mundo vive una fase cambiante. En el ámbito internacional se va configurando un movimiento de respuesta a la blitzkvieg neoliberal. En América Latina, Chile desde luego, resulta indispensable, junto a la interpretación descarnada de los acontecimientos del último cuarto de siglo, delinear un proyecto de futuro. Dicho examen acusa todavía serios retrasos. Es hora de apurar el tranco. Ya comienzan a vislumbrarse respuestas a nivel de base, en los niveles medios y en ciertas instancias de dirección. Aparecen contribuciones críticas, analíticas y propositivas que abren una zona de introspección y meditación en la izquierda continental, deseosa de poner su reloj a la hora. Trata de comprender con exactitud lo que ha pasado, intenta un reconocimiento de la realidad compleja, que ha experimentado mudanzas complicadas y a veces traumáticas. Todo el espectro de los problemas sociales debería ser examinado con un rigor conceptual, informado y amplio. Se necesitan más intérpretes , más críticos y pensadores del cambio, que estudien la situación presente de América Latina animados por la idea del socialismo. Va adquiriendo más potencia la voz que viene de las entrañas de la sociedad y se proyecta a la calle. Se teje la red de un variado espectro de movimientos nuevos que expresan un despertar ecologista, de los pueblos originarios, de las mujeres, de los sectores culturales, sumándose al mundo sindical y de la insurgencia estudiantil, del universo inquieto de una juventud que encuentra las puertas cerradas.
Se va configurando, en un desarrollo contradictorio muy vivo, algo que conoce avances y retrocesos , que va más allá de la noción canónica acostumbrada, que trabaja con una metodología abierta, capaz de analizar objetiva y racionalmente los fenómenos de la mentalidad colectiva, de la vida social y política, entablando la polémica en el campo ideológico.

Relacionado con este proceso de formación, bullente y contradictorio, valen mucho los conceptos sustantivos que recorren este estudio clarificador. En sus diversos capítulos toda una cuidadosa investigación filosófica fundamenta la idea del cambio social justo. Parte de un análisis conforme al método científico. Su finalidad es la búsqueda de una existencia compatible con el respeto a las esencias y requerimientos humanos. En el fondo lo anima el anhelo soñado por tantas generaciones: conquistar el derecho a la felicidad.
El volumen que comentamos anota que es hora de nuevos enriquecimientos de la teoría. Valora lo vivo y grande de su tradición, de su lucha secular: insta a asimilar la acumulación de experiencias vividas, a aprender de los avances y derrotas; a desarrollar una visión más rigurosa de la historia. Propone enfilar el esfuerzo en una dirección vastamente participativa, con aportes pluralistas, múltiples y claros. Para enfrentar con eficacia la ola de regresión sistemática no caben las simplificaciones sectarias. Ha llegado el momento de promover un nuevo despertar de las conciencias a fin de liberar las mentes de la mentira institucionalizada y triunfalista
El trabajo de Hernán Montecinos va al fondo. Como el autor lo expresa de entrada, se inscribe dentro del objetivo de “profundizar en los fenómenos que determinan el pensamiento del hombre moderno”, tema de trascendencia cardinal. Acomete así una empresa intelectual y humanística de vuelo. Sale al encuentro de la cultura llamada “cultura de lo efímero”, del hedonismo, el nihilismo, el pragmatismo, actitudes predominantes en la sociedad de consumo, donde reina su Majestad el Mercado y no los valores humanos.
Hernán Montecinos se acoge al pensamiento de Sócrates, al principio de que “una vida sin examen no vale la pena vivirla”. Hay que saber donde estamos , qué pasa, qué somos, adónde vamos. El hombre es los hombres, o sea, existe en su condición individual y en su entorno social, indivisiblemente entrelazados.


Probablemente mueve al autor a emprender esta ambiciosa, difícil y responsable tarea su convicción –obviamente exacta- que vivimos una época en que la humanidad se debate en una crisis que abarca todos los aspectos de la existencia individual y colectiva.
Ante un presente oscuro y un futuro impredecible, que se anuncia por ahora sombrío, se precisa un proyecto de futuro, que convenga al ser humano y lo convoque a la acción, que interprete y responda a sus necesidades de hoy y a sus demandas ancestrales. Para ello se requiere tomar conciencia de la auténtica realidad. Pasar del pensamiento mágico, alienado, a la conciencia de la verdad del mundo.
Hoy aparece falsificada y enrarecida por la fiebre consumista, en un ámbito sometido a la influencia hipnótica de los medios de comunicación, que penetran a toda hora los hogares y deforman las conciencias, empujando a la evasión y la búsqueda de paraísos artificiales, de salidas ilusorias.

“En un momento así” –se pregunta el autor- “¿qué le queda al ser humano? La lotería, el fútbol. El shopping, la T.V., el consumismo”, al cual, por otra parte sólo tiene acceso real quien posee dinero. Pero también envuelve al pobre, a las capas medias en la vorágine. El endeudamiento –basado en la usura- es un síntoma de esta enfermedad. Vastos sectores caen seducidos, entre otras mentiras doradas, por el falso milagro de las tarjetas de crédito; por mil supercherías que pueblan el ambiente y atrapan a multitudes incautas en las redes de la magia, del ocultismo y las sectas.
Humberto Ecco sostiene que “a partir de estos fenómenos culturales llegamos a un nuevo medioevo de místicos laicos. El que use –agrega- las viejas reglas de la razón, la lógica, la dialéctica, la retórica puede ser acusado de impío”.
Hernán Montecinos también sale al encuentro de los silencios ceremoniales. Recuerda y cita a Mario Benedetti: “El Papa critica al capitalismo salvaje: ¿pero qué capitalismo no es salvaje”.
Salvaje supercivilizado. La explosión del conocimiento marcha a compás con una agravación de la ignorancia tecnificada, aquella que desconoce temas y asuntos esenciales para la humanidad. Todo ello es el prólogo a la negación de la idea del hombre como centro del planeta Tierra.

El presente libro llama la atención sobre “la deslegitimación de los grandes relatos” la conspiración para desprestigiar los proyectos emancipadores y el escarnio que se hace de la sociedad justa. Tal designio se sincroniza con la incertidumbre del porvenir. Se agota al ser humano en el diario esfuerzo desesperado por sobrevivir, vaciando su conciencia y rellenándola con la nada. Quieren un hombre sin horizontes, exhausto, espiritualmente mísero, reducido a nimiedades. Así se destruye la conciencia colectiva y se desvalorizan los movimientos sociales.
El gran miedo de los dueños del planeta es la articulación de un proyecto unificador de todas las fuerzas disconformes con el actual estado de cosas. Según sus planes cualquier iniciativa aglutinante de los sectores discrepantes debe ser demonizada. De allí el encarnizado a taque a las utopías liberadoras que adelantan realidades de un futuro diverso. Ellas resultan eficaces cuando so productos naturales de la historia y proponen un mañana accesible y realista.

El bombardeo central del status tiende a pulverizar en la conciencia la viabilidad, la justicia, razón y necesidad del proyecto emancipatorio. Para definirlo y fundarlo habrá que contar, desde luego, con Marx que “penetró en la realidad para desentrañar las leyes que la rigen”. Los cambios de este siglo que termina han sido inconmensurables, pero la anatomía del capitalismo sustancialmente es la misma y la explotación de la mayoría se desarrolla en el ámbito mundial sin otra mira que el interés de un polo minoritario de la sociedad.

Este ensayo aporta antecedentes válidos demostrando que el mundo tiene alternativa al neoliberalismo.

humanismo contemporáneo, cuya recuperación constituye un imperativo impostergable para el esclarecimiento de la conciencia colectiva.

El hombre de nuestros días, sumergido en la enajenación por un sistema de imágenes alucinantes, gran fábrica de mensajes apócrifos, cazado en la trampa por un astuto capitalismo con nuevos disfraces, tiene que regañar su libertad de pensar y decidir, su capacidad de orientación en el laberinto. Sólo así podrá aspirar a la plena humanidad, consciente y dueña de sí misma.

El texto de Hernán Montecinos plantea una discusión clave sobre la situación de hoy, indispensable para abrir paso a un porvenir abierto, a una sociedad hecha para el hombre, para todos los hombres.

Quien lea Del Pensamiento Mágico al Posmoderno advertirá más diáfanamente lo que se oculta bajo la sofisticada trama del mundo. Podrá orientarse mejor en el endiablado dédalo del presente a fin de encontrar una salida que le permita decidir por sí mismo, solidariamente, el curso de la existencia y de la sociedad”.

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