lunes, 18 de febrero de 2008

UN NUEVO ERROR DEL PARTIDO COMUNISTA CHILENO

Por: Guillermo Muñoz
Fuente: The Paskin (15 Febrero 2008)

Hace pocos días a propósito de los funerales de Volodia Teitelboin Guillermo Teillier, Presidente del Partido Comunista, volvió a expresar sus esperanzas de que tanto la Concertación como Renovación Nacional y su candidato presidencial Sebastián Piñera, abrirán nuevamente la discusión para derogar la ley binominal, heredada de la dictadura y restablecer la proporcionalidad electoral.

De todos los sectores de la Izquierda, el Partido Comunista ha sido quien más consistentemente ha luchado por derogar esta ley profundamente antidemocrática.
Esta aspiración de la dirección comunista le llevó hace dos años a liquidar un promisorio proyecto unitario de la mayoría de la Izquierda representado en Juntos Podemos y la candidatura de Tomás Hirsch. Esta coalición de izquierda había aprobado en Diciembre del 2003 un documento fundacional que junto a una profunda crítica a los gobiernos de la Concertación por la aplicación de un modelo económico neoliberal que había sobre explotado a los trabajadores, entregando recursos naturales y empresas estatales al dominio del empresariado nacional y extranjero. Que había gobernado en favor de la burguesía convirtiendo a los cuatro partidos gobernantes en partidos estatales atravesados transversalmente por la corrupción y la manipulación electoralista de las masas populares. Que había usufructuado del sistema binominal traicionando así al término de la dictadura sus promesas electorales de democratizar profundamente el Estado y luchar contra la impunidad de los crímenes de la dictadura.

Esta crítica sistemática a la Concertación excluía acuerdos con ella y privilegiaba un camino independiente de Juntos Podemos. Ello significaba que junto con medir las fuerzas que se agrupaban tras la candidatura izquierdista, en caso de segunda vuelta electoral, votaríamos nulo o en blanco no solo para expresar de que ni la derecha ni esta seudo izquierda concertacionista representaba los intereses populares, sino también para medir nuestro voto duro, la temperatura del sector más avanzado de los trabajadores y otros sectores explotados o discriminados.

El PC y sus aliados rompieron el pacto y negociaron con Michel Bachelet votar por ella a cambio de una agenda de cuatro o cinco puntos que incluía principalmente el compromiso de legislar para derogar la ley binominal.

Han pasado dos años y la ley binominal goza de buena salud. La Concertación e incluso Piñera han hecho promesas que no se han cumplido. Pese a que Teillier y Carmona han visitado La Moneda y se han reunido numerosas veces con direcciones partidarias, comisiones de “estudio” y han escuchado con esperanza las promesas de Piñera como líder más progresista de la Derecha, todo este ajetreo parece terminar en la oferta de los Partidos de la Concertación de llevar candidatos del PC en ciertos distritos electorales. Tal fórmula implicaría según la ley electoral vigente que los militantes comunistas deben renunciar a su militancia e inscribirse en algún partido concertacionista.

Pero si la negociación original era derogar la ley binominal y ahora solo se discute darle al PC una media docena de cupos dentro de las filas de la Concertación, la degradación de los acuerdos tiene implicaciones que van más allá del PC porque afectan al conjunto de la Izquierda.

De concretarse un acuerdo en los términos señalados, el PC liderando una parte de la Izquierda aparecerá como “coptado” por la Concertación, lo que a los ojos de los trabajadores significará que una parte de la Izquierda es co responsable de las políticas antiobreras y represivas del gobierno.

Al votar por Bachelet, votos que desempataron la elección, el PC tiene una cuota de responsabilidad en la continuidad de los gobiernos concertacionistas. El argumento de la dirección comunista de que esos apoyos eran para evitar un triunfo de la Derecha con todo lo nefasto que eso sería para los trabajadores, esta vez pierde gran parte de su validez porque aparece como un recurso electoralista para que los comunista tengan una representación mínima en un parlamento que seguirá generándose sobre bases excluyentes y antidemocráticas. Adicionalmente la represión y satanización de la rebelión popular a manos del gobierno torna cada día más difícil distinguir entre los palos bajo dictadura o bajo democracia.

Aunque la dirección comunista se justifique señalando que la representación parlamentaria de la Izquierda es “hacer política real” y representa un avance para los trabajadores, cabe preguntarse ¿ que independencia real tendrán esos parlamentarios comunistas que deberían sus curules a estos acuerdos cupulares y no a la lucha de masas que impulse candidaturas independientes de la Izquierda dotadas de programas anticapitalistas y por el socialismo?

Tampoco la dirección comunista podría argumentar que la “vía independiente” de la Izquierda no ha dado resultado en 17 años de Concertación con el MDP, Gladys Marín y ahora Tomás Hirsch. No hay que hacer un sesudo análisis marxista para darse cuenta que en “ese pasado” la Concertación tenía fuerza y vigencia. Ni la Derecha ni la Izquierda podían meterle diente. Pero vientos de cambio soplan en el mundo: El modelo neoliberal de acumulación del capital muestra graves signos de agotamiento en el continente y en el mundo. El mundo unipolar nacido de la caída de la Unión Soviética ha dado paso al surgimiento de otros poderes emergentes (China, India, Rusia, Irán, Brasil, Venezuela). El déficit comercial y financiero del Imperio, su entrampamiento en las guerras por el petróleo, la crisis sub prime y la caída de la demanda agregada como resultado del neoliberalismo que ha impuesto una sobreexplotación universal del trabajo asalariado que prolonga y dificulta cada vez más las recuperaciones de las recesiones de la economía capitalista, son factores que han ido sacando al movimiento de masas en todo el mundo de su profunda inercia. En “el patio trasero del imperio” los trabajadores, los pueblos originarios, los sin tierra, los sin casa, los marginados, las mujeres y una nueva generación de jóvenes empiezan a mover el piso del imperio y sus burguesías lacayas.

No es desconocido para la dirección comunista que estos vientos de cambio han llegado a Chile. Mejor dicho han encontrado aquí una resonancia en un sindicalismo cada día más clasista y combativo y en una nación mapuche donde la conciencia de pueblo avasallado crece y se extiende como reguero de pólvora. La Concertación está en crisis. Es un proyecto agotado del cual huyen los más inteligentes y los más desesperados.

Parece poco probable que un cambio que re dinamize la Concertación y le permita ganar un quinto gobierno pueda provenir desde adentro. El Alvearismo y su “congreso ideológico” resulta penosamente inadecuado para resolver la profundidad de la crisis. En cuanto al bloque “socialista”, la conversión de un partido de masas, el PS, en un aparato burocrático estatal es tan irrecuperable que difícilmente una salida “por la izquierda” podría darse desde ese polo. Navarro y Ominami todavía pesan demasiado poco en las máquinas partidarias

Resulta poco inteligente, por decir lo menos, que el PC se plantee alianzas con quienes probablemente perderán el gobierno. La mejor cara que tiene la Concertación, su sonriente presidenta, en dos años, ha bajado de una aprobación de más del 50% a solo el 39%. La Alvear, que todavía aparece con buena votación verá sangrar su imagen y bajar la votación con el daño sistemático que le harán los colorines que afilan sus cuchillos. El “gran estadista” Ricardo Lagos ha perdido el agradecimiento de parte considerable de la Derecha y los empresarios y luce difícil que se levante como salvador de la patria.

El PC no podrá arrastrar a toda la Izquierda a su ciego y reduccionista juego electoral. Los humanista no agancharán en un entendimiento con la Concertación. Ellos vienen de vuelta de esa experiencia. El resto de la Izquierda revolucionaria, en sus vertientes marxista y anarquista, aunque todavía dividida, reforzará su consenso en tres aspectos fundamentales: 1. Reconociendo que siendo todavía minoría electoral, las elecciones serán principalmente un camino importante para llegar a las masas con nuestras proposiciones.2. Pactar con la Concertación es enviar una señal equivocada a masas que se estrellan cada día con la flexibilidad laboral, los salarios de hambre, la cesantía, la corrupción gubernamental, el Transantiago, la manga ancha para los empresarios, la represión, la militarización de los territorios mapuches y un largo excétera que los explotados ven crecientemente como resultado de que la Concertación esté en el poder. 3. Reafirmará decididamente impulsar la lucha de masas directa e independiente y el desarrollo del Poder Popular.

Dentro del PC, parte de los jóvenes y una combativa generación de dirigentes sindicales comunistas que han empezado a ignorar la inercia de las burocracias de la CUT (Interesante proceso que ya se dió con los cordones industriales en la época de Allende) difícilmente podrán ser arrastrados al cretinismo electoralista de su dirección. El repunte de las luchas populares, una “revolución pinguina” que no está agotada, una lucha de masas mapuches que gana cuerpo y espacio, un aumento de la explotación y la cesantía entre los temporeros como resultados de la caída del dólar y la recesión norteamericana que amenaza con extenderse a otros mercados, son la dirección principal de los acontecimientos. La dirección comunista marcha a contrapelo de estos hechos.

Finalmente cabría señalar que por más que ciertos sectores de la Concertación tengan conciencia de que necesitan “los votos del PC”, la debacle que empieza en la Concertación y un Piñera que no concita sobre esto acuerdos en RN tornan difícil la movida.

En la senilidad del capitalismo, su aparato de dominación de clase, el Estado y los gobiernos anti democráticos que “realmente existen” se alejan cada día más de su definición teórica. La ley binominal no es el producto del cerebro maquiavélico de su autor, el malogrado senador y fundador de la UDI Jaime Guzmán. Es un requisito para mantener la dominación o, como dicen los “teóricos” del capitalismo, para mantener la “gobernabilidad”. Dos bloques poderosos que excluyen la proporcionalidad “histórica” : Derecha, Centro e Izquierda. Durante la dominación burguesa “por la fuerza” (la dictadura pinochetista) la Izquierda fue destruida. Al término de la dictadura, fue relevada por un Centro (tan a la derecha) que hizo que A no fuera distinto a B, excepto en cosas cosméticas de poca monta. El pueblo manipulado en su conciencia “cree” que elige entre opciones distintas. Las primarias norteamericanas actualmente en desarrollo son muy ilustrativas: los contendientes realizan enormes esfuerzos intelectuales para diferenciarse de los otros. McCain dice que Chávez es un peligro que hay que combatir. Clinton dice que “existe” (el presidente Chávez) porque Bush metió la pata. Todos no piensan retirarse de Irax y prometen mantener el bloqueo contra Cuba. Ninguno propone aumentar los impuestos a los ricos. Todos quieren rebajarlos para que los señores se atrevan a invertir. Nadie habla de cortar drásticamente el demencial presupuesto de guerra. Todos se esfuerzan en hacerle unos ajustes por aquí o por allá. Lo mismo ocurre entre laborista y conservadores en Inglaterra o entre el partido de Asnar y el de Zapatero en España.

¿Porqué nos extraña entonces que la Concertación halla aplicado tan concienzudamente el modelo neoliberal heredado de la dictadura? Si la Concertación es B y A es la Derecha, B no podía ser tan distinto de A. Así ha sido para que la actual dominación “por consenso” funcione.

Ahora que la Concertación está desgastada ante las masas “tiene” que venir una “alternancia” en el gobierno. El show para la chusma está a cargo de Allamand que escribe su librito “El desalojo”. Pero para que nadie se “confunda o asuste” ( y ¡por Díos!... no se radicalice..) pensando en una guerra real en las filas desconcertadas de la Concertación, Larraín & Larraín esbozan una sonrisa y dicen que “no quieren que al gobierno le vaya mal porque le irá mal a todos los chilenos”. Ellos no quieren una caída estrepitosa del Gobierno que podría radicalizar a los trabajadores y agigantar a la Izquierda Revolucionaria. Por eso se apresuran en recurrir a los servicios diplomáticos de Lavín. La derecha política es tácticamente inteligente. La burguesía como clase es estratégicamente ciega (de lo contrario las revoluciones serían todavía más difíciles ).

El instrumento para mantener la dominación por consenso en esta vieja y desgastada democracia capitalista senil, es el sistema binominal que asegura la alternancia. Después que termine la Bachelet, en los próximos ocho años, cuando el gobierno empresarial y moderno de Piñera muestre su hilacha anti obrera y pro yanqui y halla arrastrado al país a más profundas desigualdades, la Concertación podría volver para “re encantar” a las masas. Esto no es ciencia ficción o futurismo El binominalismo hay que entenderlo de una vez por todas como el cuerpo central y funcional de sobrevivencia sin dictadura del capitalismo en Chile.

Hace treinta y cinco años con un sistema electoral proporcional y un modelo de acumulación agotado (el modelo de acumulación del capital “sustitutivo de importaciones” propuesto como vía de desarrollo por la CEPAL de entonces) Allende se sentó en La Moneda. Detrás de él se “coló” el más avanzado y radicalizado movimiento de masas del Continente (exceptuando al cubano por supuesto). Guzmán que leía y conocía muy bien el comportamiento de la inteligencia del capitalismo mundial, instaló sabiamente el sistema electoral binominal. La burguesía empresarial y la burguesía burocrática (que hoy nos gobierna) no se harán el haraquiri. Seguirán intentando gobernarnos “democráticamente”. Los colorines y otros díscolos que surjan en el camino de la crisis deben ser también “coptados” para garantizar el bien común y superior. Si en esta vía crucis de la burguesía el pueblo chileno despierta masivamente (como en Venezuela y otras partes del Continente) entonces si se apresurarían a echar abajo la binominal, la Constitución y cualquier otro cuerpo jurídico semi democrático que hayan construido en estos años. Entonces veremos de nuevo a los cisnes democráticos desempolvando sus uniformes y sus corvos para vestirse con los plumajes de las águilas de la guerra para defender sus privilegios de clase.

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