viernes, 29 de agosto de 2008

POR UNA IZQUIERDA DE NUESTRO TIEMPO

Por: Aníbal Venegas
Fuente: www.elclarin.cl ( 27.08.08)

Nosotros sentimos nuestro ser infinitamente atormentado por la inmundicia que vomitan todos quienes apoyan el oficialismo y fabrican realidad en las vitrinas “intelectuales” del mercado, es decir, la prensa oligárquica-dual chilena.

Sin embargo las nuevas generaciones compuestas por sujetos enajenados, para quienes en muchos casos los acontecimientos de horror y desconsuelo ocurridos durante épocas pasadas les son completamente ajenos, recorren con botas de siete leguas esta eterna comedia de la vida salpicada de soledad, incertidumbre y silencio ¿Qué de nuevo hay bajo el sol, para que la izquierda se ilumine y así pueda otorgar un camino alternativo alejado de estos yermos senderos bañados por la luz enferma de nuestro tiempo?

Todas las señales indican que hoy día el camino más sencillo para encontrar solaz y regocijo, comienza al otro lado del portal de la idiotez. Allí donde pululan mala conciencia hombres y mujeres atormentados por sus infinitas limitaciones axiológicas –nuestra era es la del deber ser hamburgueses y Coca-Colas- y una voluntad de poder relacionada con batir los récords del capitalismo, a saber, quién es el primero en obtener el I-pod de moda, existe la posibilidad real de ser feliz. Tal felicidad ha sido pre-fabricada por los dueños de las grandes corporaciones, y la duda humana ante la existencia, la realidad, el humor, la castidad y la concupiscencia, se encuentra resuelta a priori por las estructuras de un neoliberalismo que en naciones como Chile, haya el acicate y paraíso terrenal donde dar rienda suelta sin ningún inconveniente a la maldad más inconmensurable y certera, de la cual sólo habíamos tenido algunos atisbos luego de echar furtivas miradas a ciertos pasajes de la biblia.

Hay dentro de la izquierda inculta, ciertos chamanes y moribundas druidas que rápidamente espetan una moral de pesebreras al anunciar que las frivolizadas generaciones pronto despertaran del letargo e inyectarán energía para lo que será la próxima gran “Revolución social”. Nosotros preguntamos ¿Cuál revolución? Pienso que jamás habíamos visto a tantos esclavos regocijados hasta el paroxismo con las múltiples alternativas de compra y venta de mercancías, donde se oferta amor y desilusión al mejor postor, donde hasta el renunciamiento y la desidia son abordados con frialdad y estoicismo por constituir ambos estados anímicos de un público objetivo ¿Quién quiere revolucionar un mundo donde por vez primera el amo y la servidumbre comparten la risa y el llanto y confían mutuamente en la voluntad de un neoliberalismo cuyas cualidades lo transforman ipso facto en una manifestación divina?

A tal punto ha llegado el conformismo con el capital, que no causa mayor sorpresa el comunismo facebooksiano, los Derechos Humanos difundidos a través de Fotolog y correo electrónico (“Ciberactivismo=desprecio de sí”), las protestas hegelianas, marcuseanas, nietzscheanas y coheleanas de usuarios que rompen el silencio a través de internet, pero que rechazan cualquier manifestación real de los sentidos. El temor a la extinción y la inexorable finitud de la vida son preocupaciones que se mantienen al margen, relegadas al rincón más inaccesible de cerebro humano por constituir supercherías de viejas histéricas, sordos recuerdos de un mundo diferente al nuestro y que nunca se repetirá. Frente a este panorama, la nueva izquierda –la del corazón y el intelecto, no la que se revuelca en la cochambre del Socialismo Concertacionista chileno y otros internacionales a la medida del poder- precisa regentar la vanguardia en lo que se refiere al nuevo panorama de su objeto de estudio y análisis, y cabe consignar que al menos en Latinoamérica, hay mucho que indagar y descubrir.

Lo primero que debemos hacer es demostrar nuestro más profundo desprecio hacia la plebe, el vulgo delirante y regular que de ordinario clava sus espinas en nuestros zapatos. A este selectísimo grupo precisamos dirigir nuestros mordiscos de fieras rabiosas; a los ejecutivos del intelecto, a los académicos de la universidad de los esclavos, a las vacas histéricas del consumismo. Debemos procurar una investigación exhaustiva en el campo de la estética, tratando de encontrar la causa, el por qué de tanta fealdad cultural y física, cuál es el motivo que impulsa a los hombres a rendir pleitesía a lo absurdo y pedestre que una y otra vez atrofia la percepción sensible. Aún cuando se nos contemple con mirada suplicante, precisamos olvidar todo el merengue de los sentimientos “nobles” propios de la Hoguera del Diablo y comenzar a cortar cabezas ¡Cuánta violencia existe en la vida nuestra, despilfarrada en labores mundanas celebradas por el capital y en cambio, congelada para el universo de las más encomiables faenas!

No podemos cegar en la tarea. Aún cuando el mundo se vuelve en nuestra contra, aún cuando los aliados comparten el lecho de manera constante con quienes solían ser nuestros verdugos, es necesario continuar y empezar revolvernos durante noches sin fin con Satanás (A la derecha de Dios se sientan otros). Seremos los más malvados de entre los viles, el vómito visceral que manchará de escarlata el fino paño de los rubicundos señores que atesoran un capital despilfarrado en un frenesí populachero, en su burlesque para alegría de su concupiscencia. Recordemos: dinero, en tanto que posee la propiedad de comprar todo, en tanto que posee la propiedad de apropiarse de todos los objetos, es, en consecuencia, el objeto en sentido eminente. La universidad de su propiedad es la omnipotencia de su ser: por eso, vale como ser todopoderoso… El dinero es el alcahuete entre necesidad y el objeto, entre la vida y el medio de vida del hombre. Pero lo que me transmite mi vida, me lo transmite también la existencia de los otros hombres para mí. Eso es para mí el otro hombre (Karl Marx).

anibal.venegas@gmail.com

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