Por José Miguel Vera Lara*
Santiago de Chile, 13 de diciembre 2007
Crónica Digital
La farandulización de la cultura es un fenómeno social que comenzó a finales del siglo pasado y que se patentiza claramente a comienzos del actual. La concluida Cumbre Iberoamericana lo ilustra de manera elocuente.
El incidente entre el presidente Hugo Chávez y el rey Juan Carlos de Borbón, se ha convertido en la noticia más importante del evento en Chile, España y Venezuela. Un asunto de tono menor al que se le ha dado una relevancia absurdamente prioritaria, evidenciando la servidumbre del mundo político frente al mediático y la farandulización de la cultura.
Importa poner de manifiesto cómo y por qué se está produciendo una “rentabilidad de la diversión”, al punto que un oficio tan serio e importante como la política (organización y gobierno de la polis), se ha convertido en un asunto circense. Parece que el poder de la televisión es de tal magnitud, que es capaz de disolver la cordura y adormecer el pensamiento, además de la capacidad crítica e incluso el buen gusto.
La diversión, asume cauces peligrosos en el sentido de su capacidad tergiversadora de la realidad configurada desde el sentido común, tanto, que al parecer le está dando la razón a Blas Pascal, respecto de su afirmación: El sentido común es el menos común de los sentidos.
No está claro si el incidente, insisto de tono menor, se produjo espontáneamente o fue expresamente elaborado esperando su efecto mediático, que por cierto operó rápida y eficientemente. Lo que si está claro, es que con posterioridad, se ha privilegiado con declaraciones y análisis de los protagonistas, incluidas las absurdas declaraciones del Mariano Rajoy cabeza visible del PP (Partido Popular) a la prensa y televisión española.
Se está perdiendo tiempo en darle importancia a un asunto que no lo merece. Pero esto no es casual, es un mecanismo de enajenación del sistema imperante (neoliberal), para desatender temas habitualmente de beneficio social, que puedan menguar significativamente su rentabilidad.
La globalización desde los medios masivos de comunicación (Media), abrió el mundo para que fuera visto por todos los ojos instalados ante una pantalla, pero también, globalizó la farándula utilizando el apetito voyerista y consumista del animal racional globalizado del siglo XXI. La farandulización de la cultura resulta demasiado rentable para los medios de comunicación, por tanto, sucumben ante esa tentación, incluso más poderosa que los cantos de sirena que enloquecían a Ulises.
¿Qué pasó con los propósitos, al parecer centrales, de la Cumbre Iberoamericana: cohesión social y políticas públicas para alcanzar sociedades más inclusivas? Ni siquiera alcanzaron a llegar al nivel de los discursos, menos aún al reconocimiento de las desigualdades que impiden la inclusión de los excluidos, que siguen siendo muchos.
Esta cumbre pudo haber significado un encuentro y consecuentemente un espacio de diálogo entre las repúblicas latinoamericanas, o cuando menos, las del Cono Sur. Por ejemplo, una cohesión global de todos los miembros de esas repúblicas. Haber discutido sobre las diferencias en pro de un acercamiento que desde la cohesión permitiera resolver antiguos y nuevos problemas, como el tema marítimo de Bolivia, el energético de Chile, etc.
Un paso en esa dirección, un solo paso, tendría como corolario la apertura de opciones, el mejoramiento y la inclusión de los excluidos. Pero, nada de eso se produjo. Porque se está cumpliendo con el sino de la época (¿post-moderna?) que se queda en “programas de acción” o creación de nuevas instituciones ad hoc (SEGIB) que se sumarán a los gastos de realización de las cumbres, que de por si son muy altos, tanto que si tuvieran otro destino solucionarían los problemas a más de una tribu urbana.
La cohesión, por cierto, implica el ánimo y la intención de las partes de implicarse en asuntos de bien común y beneficio mutuo, se trata entonces, de sumar en todo aquello que potencie de lo de cada cual a la vez que multiplique los bienes del conjunto.
La Unión Europea que se inició como Mercado Común, dio pruebas de la efectividad de la cohesión y de los múltiples beneficios para sus miembros patentizados en los “estados de bienestar” (donde todavía funcionan).
Los países latinoamericanos, o al menos los del Cono Sur, dilapidaron una vez más la oportunidad de haber concretado una cohesión política y social con inmensos beneficios, dado el valor y el poder que significa el manejo mancomunado de sus materias primas. Políticas públicas y tratados en el marco de una unidad latinoamericana, es un mecanismo conocido y eficiente. Sin embargo, una vez más, los de la Cumbre se dedicaron a restar y mostraron globalizadamente su inoperancia y mezquinas rivalidades que, hace ya varios siglos los condena al subdesarrollo.
José Miguel Vera Lara, filósofo y académico de la Facultad de Derecho de la Universidad Central. Colaborador de Crónica Digital.
jueves, 13 de diciembre de 2007
LA FARANDULIZACIÓN DE LA POLÍTICA
Publicado por nancho en 3:38
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