martes, 11 de diciembre de 2007

MIENTRAS CHILE MÁS SE ALEJA DE LOS PROYECTOS REGIONALES MÁS SE ACERCA A LAS INSTITUCIONES IMPERIALES

Por Alvaro Ramis
Fuente: Crónica Digital (11 dICIEMBRE 2007)

BANCO DEL SUR: CHILE UNA AUSENCIA REVELADORA

Por medio de la adhesión de siete países el Banco del Sur ha iniciado su marcha, superando el escepticismo y las resistencias de los agoreros que vaticinaron durante todo este año su imposibilidad o su fracaso.

Además de los siete países fundadores (Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Venezuela) Colombia ha declarado su interés de buscar la manera de ingresar a esta institución "sin comprometer reservas del Banco Central". El Banco del Sur se convierte, por lo tanto, de una de las iniciativas de integración política y económica más relevantes de la región y que han alcanzado mayor grado de adhesión entre los países del subcontinente.

Por este motivo, la ausencia de Chile en este proceso es altamente reveladora de la orientación que el canciller Alejandro Foxley ha impreso a la política exterior chilena. Recordemos que en Abril de este año, Foxley ya declaró su postura durante su visita a Washington DC, donde se entrevistó con la secretaria de estado estadounidense, Condoleezza Rice. En la ocasión afirmó sin ningún asomo de diplomacia que “Algunos países están con esa idea del Banco del Sur. Nosotros no estamos en esa idea."

Durante la reciente cumbre Iberoamericana, realizada en noviembre pasado en Santiago, Foxley volvió a ratificar esta posición y además oficializó la adquisición de US$ 50 millones en acciones en la Corporación Andina de Fomento (CAF). Este monto, una cifra más bien simbólica si se compara con los 15900 millones de dólares que Chile posee en reservas internacionales, simplemente le permitió visibilizar de un modo todavía más evidente su oposición a la orientación de los demás gobiernos de la región y conseguir un puesto en el directorio de la CAF. Consultado por la posición chilena, Foxley se mostró partidario de fortalecer las instituciones bancarias y crediticias ya existentes, es decir la CAF y el BID.

No es extraño que la derecha y los organizamos internacionales hayan aplaudido la decisión de Chile, ya que de esta forma han logrado lo que ni siquiera el gobierno de Uribe esta dispuesto a hacer: aparecer como un gobierno aliado a las instituciones financieras internacionales en un año en que su desprestigio e impopularidad han llegado a extremos inimaginables hace poco tiempo.

Recordemos que en este año han renunciado a sus cargos tanto el presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz y del FMI, Rodrigo Rato, acosados por escándalos de corrupción y por la creciente pérdida de relevancia política de sus instituciones.

Frente a la crisis para muchos terminal de las instituciones financieras internacionales, la posición dominante en los países de la región ha sido apartarse de ellos para lograr un mayor grado de soberanía en las decisiones financieras y económicas.

De hecho, entre los países que participan del Banco del Sur, sólo Paraguay conserva deudas con estos organismos. Al respecto, el ministro de hacienda de Brasil, Guido Mantega, ha defendido es el Banco del Sur es una etapa necesaria en el objetivo más ambicioso de crear un sistema financiero sudamericano”, mediante el cual la región “no requeriría financiación del FMI ni del Banco Mundial” lo que constituiría a su juicio “un excelente negocio”. Por medio de este proceso sería posible el comercio en divisas regionales y en un futuro no tan lejano la creación de una moneda única para sudamérica.

En contraste a esta actitud de distanciamiento con el BM y el FMI, Chile recibió en agosto al entonces candidato francés a la dirección del Fondo Monetario Internacional, el socialista Dominique Strauss-Kahn, quién se convirtió en septiembre en el actual director de ese organismo.

Chile demuestra así que es el país que ha tejido una alianza más estrecha y sólida con los grandes centros de poder mundial, a costa de apartarse de modo sistemático de sus vecinos. De espalda a los procesos regionales, Chile ejerce de facto un rol que no sólo lo aleja de Venezuela, como muchos destacan de forma superficial.

Chile se ha aislado progresivamente incluso de gobiernos con los cuales se esperaría una afinidad muy alta, como es el caso de Uruguay y Brasil, que han apostado de forma decisiva al un proceso de creciente adquisición de autonomía frente a las presiones globalizadoras.

No es de extrañar que para muchos economistas chilenos su paso por las oficinas del gobierno no sea más que una antesala a un puesto verdaderamente estable en las oficinas del FMI, el Banco Mundial o alguna de sus filiales, como el BID.

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