viernes, 21 de diciembre de 2007

LA MUJER CRISTINA KICHNER DÁNDOLE CANCHA TIRO Y LADO A ESA SIMPLE MUJERUCA LLAMADA MICHEL BACHELET

Por: Arturo Alejandro Muñoz*
Fuente: Piel de Leopardo

SOBRE MUJERAZAS Y MUJERCITAS

Los defensores a ultranza de la presidente Bachelet, en especial aquellos(as) que acusan de machismo exacerbado a los adversarios de la mandataria chilena, deben haber quedado boquiabiertos y compungidos –al comprobar que han sido dueños de una completa estulticia política– cuando escucharon el discurso de la señora Cristina Fernández de Kirchner con ocasión de la toma de mando en la presidencia de la República Argentina.

Las comparaciones entre ambas mandatarias, odiosas o no en cuanto a capacidad política y claridad de ideas, fueron inevitables. Respecto a las notorias diferencias sobre la prestancia, manejo de escenario, lenguaje y calidad discursiva, mejor es omitirlas, ya que la señora K –ante el Congreso y el pueblo argentino– dio una verdadera cátedra política a machos y hembras.

Una intervención a capella que obliga al aplauso por la solidez de su contenido, aun si no se concuerda con él –lo que por cierto argumentarán quienes son ‘fans’ de nuestra políticamente errática mandataria "socialista".

No es oro todo lo que reluce, pero...

Mientras las pantallas de la televisión (canal Telefé de Argentina) mostraban al mundo la solidez de Cristina Fernández, podíamos observar a nuestra presidenta con la faz pálida, atribulada y la mirada perdida en lontananza…en un símil perfecto del zigzagueante comportamiento político, internacional y administrativo que le conocemos, en el cual las frases hechas, las tautologías y la errática conducción del país han sido una constante que obliga a pensar, llanamente, que doña Michelle reacciona de forma tardía ante los hechos no porque se tome un tiempo para madurarlos sino, qué desgracia, esperando el "paper" que alguno de sus asesores le haga llegar a objeto de leerlo ante la prensa.

Así, la respuesta y la acción dependerán de la ideología e intereses del asesor que primero se presente con el mentado papelito. O mejor aún, dependerá de cuál es el grupo económico que logra arribar antes a La Moneda para encontrar a algún asesor presidencial y entregarle la indicación pertinente.

“No seré gendarme de las ganancias de los empresarios”, manifestó la Presidente de Argentina. Claro y sólido aviso para los dueños del capital que acostumbran ser "socialistas en las pérdidas" exigiendo al Estado los recursos económicos y financieros que ellos no son capaces de generar ni de preservar, cuestión que siempre hacen impetrando amnistías tributarias o créditos tan blandos que se difuminan antes de un año, para, finalmente (como ya sabemos), ser pagados por la misma ciudadanía que es explotada por ellos.

Obviamente esa aseveración oficial de Cristina Fernández debe haber provocado indigestión en muchos pro hombres chilenos, los que –poca duda cabe– ya estarán gestionando una nueva invitación a la señora Bachelet para asistir a Casa Piedra, donde eméritos caballeros como Ovalle, Claro, Ibáñez, Luksic y otros, le harán entrega de un prístino itinerario en lo económico, tal cual han acostumbrado efectuar con todos los mandatarios de la Concertación cada dos o tres meses.

“La educación pública será centro fundamental de mi gobierno”, dijo la señora Fernández de Kirchner, recordando la calidad de esa educación estatal en sus tiempos mozos, sin dejar de mencionar la gratuidad de la misma –tanto básica como media y universitaria–, eventos que desea recuperar para todos los argentinos.

Seguramente, cuando la Presidenta Bachelet escuchó las palabras “educación pública”, “calidad absoluta” y “gratuidad”, una garra orlada de uñas filosas debe haberse instalado en su estómago. Fue, a no dudar, el momento en que su rostro se tornó más ceniciento, ya que el fantasma de la LOCE y de la súper poblada e inefable comisión que nominó para efectuar propuestas de mejoramiento educativo, deben haberle agriado el ya enfermizo talante.

Mayor aún tiene que haber sido el disgusto de la mandataria chilena al comprobar que la novel presidenta argentina, en lo que será parte vital de su programa de gobierno, hizo claras y sólidas referencias a la mayoría de los países suramericanos, pero Chile nunca fue mencionado por doña Cristina Fernández a lo largo de su exposición de 45 minutos. ¿Por qué habría de referirse a nuestro país si los gobernantes –desde 1973 a la fecha– han obedecido ciegamente las órdenes del capital transnacional, declinando incorporarse a organizaciones como el MERCOSUR y el Banco del Sur, entre otros?

La señora Fernández habló no sólo del barrio latinoamericano, sino específicamente de quienes quieren pertenecer a él. Y, ya lo sabemos, Chile no desea hacerlo. Entonces, que nadie se queje en el duopolio gobernante cuando las naciones hermanas comiencen a usufructuar de las bondades de la unidad.

“Tampoco mencionó a Perú”, argumentará más de algún obsecuente pro capitalismo norteamericano. Cierto, Perú no fue señalado por doña Cristina…pero convengamos que el país de Tupac-Amaru posee petróleo suficiente para alimentar su industria y, además, no tiene ningún problema pendiente con Bolivia, nación que le vende todo el gas solicitado desde el Palacio Pizarro.

No debemos olvidar que entre las bondades de la unidad se encuentra la energética, asunto que para nosotros es hoy tan prioritario como respirar. Pese la indesmentible verdad y a la ingente necesidad, ya estamos fuera del círculo de energía suramericana…para beneplácito de Washington y de sus aliados capitalistas, que no trepidan en extender esfuerzos por evitar el desarrollo global de las repúblicas del patio trasero.

Como buenos mayordomos de los patrones del norte, nuestros gobiernos optaron por sacar a Chile de todos esos acuerdos adoptados por los países hermanos, sin recibir hasta este momento ganancia ninguna ni tampoco satisfacción a sus necesidades urgentes.

Lula, Correa, Tabaré Vásquez, Evo Morales, Hugo Chávez, Uribe, Alan García y Cristina Fernández tienen claro el camino que deberán recorrer las naciones del subcontinente. En Chile, todos lo tenemos también muy, pero muy claro. Menos Bachelet. Es que en esas naciones quien gobierna es el gobierno (aunque parezca de Perogrullo), en cambio, aquí, quien gobierna es el empresariado transnacional aliado con los gatopardistas criollos.

Los dólares en la maleta

A la señora Fernández le han surgido los primeros problemas, y no son pequeños. Apenas asumida a la Presidencia de la República, y cuando su sillón de mandataria aún ni siquiera lograba entibiarse, desde un tribunal de Miami estalló el escándalo. La policía argentina descubrió en el aeropuerto de Ezeiza un maletín con ochocientos mil dólares, los que según el juzgado de Florida (USA) iban destinados a financiar parte de la campaña presidencial de doña Cristina.

Esa plata –dicen en Miami– provendría de Venezuela, en una abierta alusión a Hugo Chávez. La mandataria argentina, rápida y fuertemente, negó conocer el asunto y acusó a los Estados Unidos –específicamente a la CIA y a la Casa Blanca– de realizar una “operación basura” en su contra, porque “Wáshington tiene claro que esta Presidenta seguirá trabajando con el gobierno venezolano en todas las acciones que durante largo tiempo han venido siendo estudiadas”.

Mientras, en Chile, el gobierno norteamericano no requiere enviar avisos ya que le basta y le sobra con las actuaciones empresariales desde Casa Piedra, lugar al que nuestros mandatarios son invitados de tiempo en tiempo a objeto de recibir la correspondiente capacitación en neoliberalismo.

La administración Bush confía plenamente en la acción de capitalistas transnacionales asentados en nuestro país, pues ellos han logrado garantías y facilidades –amén de bajísimas tasas de impuestos– que no son posibles de encontrar en ninguna otra nación suramericana.

A este respecto el ejemplo de las empresas mineras del cobre resulta más que suficiente, pues ellas poseen ya el 70% del cobre chileno, obteniendo una ganancia de US$ 35.000 millones en los últimos años, y amén de pagar un impuesto rayano en la exigüidad; tampoco refinan el cobre en nuestro país, pues lo llevan directamente a sus hornos e industrias sitas en naciones altamente industrializadas, que es de donde proceden, precisamente, los capitales principales de esas empresas –y allá sí pagan altos impuestos, mismos que aquí (en Chile) no existen.

Además, sólo en Chile los inversores extranjeros han sido autorizados para “derretir glaciares milenarios” a objeto de horadar las altas cumbres cordilleranas y extraer de ellas oro, cobre y otros minerales de igual valía, los que por cierto tampoco se refinan en nuestro país y son llevados en bruto al exterior.

Nadie, en su sano juicio, podría oponerse a la existencia de empresas poderosas, bien administradas y competentes; pero tampoco, siempre en el sano juicio, alguien podría aceptar que esas mismas empresas pongan las reglas del juego, destruyan el medio ambiente, paguen impuestos risibles, eludan un ‘royalty’ verdadero, se lleven todo el material más allá de nuestras fronteras y, además, entreguen ‘indicaciones’ a nuestros gobiernos respecto de cómo administrar el país en beneficio de interpósitos intereses que no son los nacionales.

Como puede deducirse de estas líneas, no se trata ya de un asunto de género, de si es mujer u hombre quien gobierna. El fondo de esta cuestión tiene que ver solamente con un aspecto superior: se tiene o no se tiene un proyecto nacional. Por cierto, Chile carece de él. No lo han querido los capitalistas y tampoco lo han impulsado los gobiernos mayordomescos.

Entonces, habida consideración de la importancia de fondo para todo gobierno, y ya que en Argentina y en Chile hay mujeres a la cabeza del Estado, podemos concluir que en un país (Argentina) hay una “mujeraza”, mientras que en el otro país (Chile) sólo hay una “mujercita”. ¡Gracias a Dios y al dólar!, suspiran agradecidamente en la SOFOFA, en la CPC y en Casa Piedra.

* Docente en Historia.
Publicado originalmente en el diario digital Gran Valparaíso
www.granvaalparaiso.cl.

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