jueves, 31 de julio de 2008

EL VERGONZOSO SISTEMA PÚBLICO DE SALUD CHILENO

Por: Roberto Avila Toledo
Fuente: www.elclarin.cl (30.07.08)

La presidenta de la República reitera sistemáticamente en sus discursos su condición de médico. La Ministra de Salud hace lo mismo, ambas hablan con efusión sobre una supuesta red de protección social, y en los registros del Servicio Electoral aparecen en una organización que se autodenomina socialista. Si a esto le agregamos un Chile que tiene miles de millones de dólares en bancos y bonos del Tesoro norteamericano es dable suponer un sistema de salud público que fuera un ejemplo.

Lamentablemente la realidad se nos muestra muy distante del discurso oficial. La red pública de salud chilena es inhumana y da vergüenza.

Lo viví, lo sufrí.

Nunca antes había sufrido contingencias de salud, Sufrí dos pequeñas si consideramos el estado de avance de las ciencias médicas, pero que dadas las circunstancias de la salud pública chilena se transformaron en un calvario.

En las primeras horas de la madrugada del 15 de Julio sentí fuertes dolores de estómago ante lo cual acudí a la Posta Central de Santiago. Cuando me aprestaba a solicitar mi ingreso escuché los reclamos airados de una serie de acompañantes de personas que llevaban varias horas de espera sin ser atendidos. Consultamos al recepcionista quien nos dijo que estaban colapsados y que no podía señalar a ciencia cierta en cuantas horas más podía ser atendido.

En medio de mis fuertes dolores acudí a una clínica privada. Me aplicaron un suero para el dolor y practicaron un examen bastante simple. Me cobraron 180 mil pesos por ello; el sueldo mínimo en Chile son 160 mil. No reclamo, para ellos es un negocio, es la sociedad en que la señora Bachelet y sus prósperos compañeros se sienten tan cómodos y que administran tan rentablemente.

Volví a mi casa y no pude soportar los dolores que volvieron con más intensidad. Vuelta a la Posta Central, mi ingreso consta a las 7.00 AM, en el pasillo esperaban varias personas que se retorcían de dolor ante los indiferentes y jactanciosos paseos de los médicos y funcionarios. Uno me comentó que estaba allí desde las 4 de la madrugada; optamos por irnos ante la reiteración de que no sabían cuándo podrían atendernos, pues ahora habría que soportar un cambio de turno. Lo concreto es que a las 9.30 abandonada toda esperanza de atención me retiré como pude de la ampulosamente llamada Posta Central de urgencia. Mi registro de solicitud de atención quedó allí como una estéril súplica ante un sistema incapaz y autoridades mediocres e indolentes.

Me fui a una clínica particular, la apendicitis estaba pronta estallar y me operaron casi de inmediato. Tuve que dejar cheque en garantía a pesar de todo lo que parlotean los parlamentarios. Sin cheque me habrían sacado a empujones. Ya me llegó la cuenta, deberé pagarla y seguir escuchando a las señoras Bachelet y Barría discursear sobre la protección social. Mi tarjetita del PRAIS la entubo.

Madrugada del domingo 27 de julio. Me cae ahora un fuerte dolor de muelas. Voy a la posta central, se les ha caído el sistema eléctrico, no hay atención, voy a la posta 3 de calle Chacabuco, un cartel anuncia que las urgencias dentales de ese sábado sólo se atienden hasta las 19.30. Del domingo nada dice, la recepcionista de malas ganas me espeta que lea el cartel y no pregunte tonteras. Me acuerdo de la canción de Juan Luis Guerra “El Niágara en bicicleta”.

Vuelvo a la Posta. ¡Bingo! Ahora me recibe una dentista en la Posta Central , me mira indolente, se pregunta en voz alta, ¿cual muela será? Puede ser esta, se responde, me la extrae, le pido algo para tomar, me señala que tome lo que estaba ingiriendo y punto, pase otro.

En mi casa ya de vuelta, a las dos horas el dolor se me hace insoportable, vuelvo a la posta, me recibe ahora un señor de barba rala y lentes ópticos que con toda frialdad se percata que me han sacado la muela equivocada, pero me señala con tonos perentorios que no se puede ahora sacar la que duele antes de cuatro días. Me endilga una receta que compro en una farmacia de urgencia.

Vuelta a mi casa, el dolor aún más intenso, vuelvo por tercera en esa noche a la Posta Central. El indolente de barba rala me reitera que debo esperar cuatro días para sacar la muela, de los dolores terribles que me los “banque”, bueno la vida es así, después de muchas súplicas, el relato es literal, me pone una inyección con anestesia, pero me advierte que el dolor vendrá nuevamente, para ello no tiene solución. Hablo de una muela en el siglo XXI.

Como una cruel ironía veo que hay un bonito afiche del Presidente Salvador Allende homenajeando su natalicio. Está la foto simplemente, de su enorme obra por la salud pública chilena no queda un carajo.

Vuelta a mi casa, vuelta de los dolores. He ido tres veces en la noche a la Posta Central tengo el estómago lleno de medicamentos inútiles, que hoy despellejan mis manos.

Ahora, lo que debí hacer desde un principio. Al Hospital Militar, que hoy atiende público, tres minutos de atención, 80 mil pesos de pago y un comentario del dentista, se pueden sacar dos muelas sólo que hay que poner un punto. Eso era mucho trabajo para los negligentes de la Posta Central.

El dolor se esfumó. ¿Cuántos chilenos sin dinero para comprar atenciones de salud se reventaran de dolor en todo Chile frente a un gobierno demagógico y funcionarios como los que me toco soportar?

¿Cómo pude votar para que los mediocres gobernaran mi país?

ROBERTO AVILA TOLEDO
Concejal Cerro Navia.

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