jueves, 3 de julio de 2008

IDEAS SUELTAS POR UNA DEMOCRACIA

Por: Aníbal Venegas
Fuente: www.elclarin.cl

Estupidez hay mucha e inteligencia poca, o demasiada integración y pocas luces de un cercano apocalipsis. Esta ha sido, empero, la constante a lo largo de un devenir histórico chileno cargado a la brujería, lo soez, la cerveza y una mojigatería presente a través de una silenciada concupiscencia. Tal vez por eso el gobierno mira con tanta atención cualquier voluntad de disidencia u objeción de conciencia, castigando y reprimiendo con todos los medios a su haber, ocultando la verdad como siempre “bajo la alfombra”.

Cuesta comprender que en democracia –o bien ese proyecto que estuvo en el hocico de todo mundo luego del fin de la dictadura- se reprima la voz popular, toda vez que las demandas ciudadanas son puestas en la agenda. Manifestaciones disueltas con violencia y escarmientos, bombas lacrimógenas, palizas monumentales, disparos encomendados al acaso, en síntesis la pus gubernamental distribuida por doquier. Los encargados de llevar a cabo de manera efectiva la voluntad Presidencial son, como siempre, las Fuerzas especiales de Carabineros cuyo comportamiento precisaría ser analizado por la medicina veterinaria primero que todo. Ese compendio de resentimiento y estupidez tiene la oportunidad de ejercer una violencia sin límites y con venia gubernamental de por medio, y son como dijo Cristhie Mella a través de este mismo medio “verdaderos símiles de Robocops criollos, personajes con muy baja instrucción y a menudo, obcecados y delirantes con el poder conferido en virtud de sus trajes de batalla. Dicho sea de paso, trajes que no hacen otra cosa que compensar las profundas carencias y diminutas personalidades de muchos de quienes conforman estos escuadrones del miedo […]Quienes ingresan a Carabineros de Chile son en su gran mayoría jóvenes sin siquiera cuarto medio rendido, provenientes de hogares pobres segregados material y culturalmente, y donde la alternativa a convertirse en simple jornal es engrosar las filas de la “noble institución”, en donde al menos se crean expectativas de ascenso que, con baja preparación, en pocos lados se obtienen. Una vez allí, la principal instrucción que reciben parece ser la misma que recibían bajo dictadura: la doctrina del enemigo interno, que los mentaliza y prepara para combatir como perros rabiosos cualquier atisbo de desafío al orden establecido que ellos deben resguardar para los poderosos”. Ecce Hommo Chilensis.

La objeción de conciencia es una temática bastante sensible en un país que prácticamente no ha concretado nada en materia de Derechos Humanos, aún cuando la Concertación de Partidos por la Democracia se ha hecho propaganda a sí misma a través de ellos. Es una total perogrullada afirmar que durante el Gobierno de Ricardo Lagos no se avanzó al respecto y durante la regencia de Michelle Bachelet un tímido cameo en temas vinculados a la violencia doméstica (Un gobierno que espeta por doquier los “femicidios” como gran descubrimiento, es una vergüenza en la medida que cientos de miles de activistas vienen luchando desde hace años al respecto). Sin embargo una constante que se ha venido repitiendo desde hace algún tiempo –y lo que la Licenciada y profesora adjunta argentina María Eugenia Cardinale ha definido como “el nuevo concepto de seguridad en Latinoamérica- es el hiperventilado “terrorismo” y todo lo vinculado a él. Casi como toda la historia oficial chilena construida a partir de estereotipos y falsedades (El indio flojo, mediocre y pendenciero versus la pujanza de los “pacificadores de la Araucanía”), se ha metido en la conciencia chilena por medio de la fuerza de la Agenda Pública, una inexistente escaramuza entre “terroristas” y hacendados, y que no es otra cosa sino una voluntad popular que exterioriza demandas justas respecto a territorios ancestrales USURPADOS, y donde no ha habido más reparación que limosnas gubernamentales , como becas indígenas, subsidio y alcantarillados. Pero el poder oficial se empecina en afirmar que se trata de “actos terroristas”, donde no se deben medir fuerzas para aplacar a los subversivos. De ahí el particular comportamiento de los sirvientes presidenciales. Sin ir más lejos, luego del asesinato del joven estudiante Matías Catrileo, en Temuco se organizó una manifestación ciudadana absolutamente pacífica que no llegó a concretarse debido, por supuesto, a la rápida y efectiva acción policial; allí conocí de cerca el caso de dos objetores de conciencia que fueron aprehendidos, vejados y tratados como delincuentes comunes única y exclusivamente por mantener la naíf creencia de que en la tutelada democracia chilena, era aún posible manifestar de forma pacífica el descontento. Un punto para el gobierno que logró sus objetivos: escarmentar la disidencia. Seguro que nuestros representantes anhelan una real igualdad…

Pareciera ser que en este tiempo nuestro, repleto de televisores y computadoras, atiborrado de tecnologías de la información y de farándula, precisamos volver a lo que antaño se concebía sólo bajo regímenes dictatoriales: las trincheras de resistencia. Tendremos que cerrar los ojos al mundo y comenzar a crear espacios herméticos impermeables al oído pseudo humano de la caballería estatal (Uno de los últimos bastiones en la materia, “El Rincón de los Canallas” ya está próximo a cerrar sus puertas) y empezar a planificar nuestro futuro y transformarnos en renovados sujetos históricos ¿Es demasiado apocalíptica esta visión? Quizá sí, pero sin duda suena alentador cuando existe todo un panorama nauseabundo donde el triunfo de la voluntad idiota y sin sentido de algunos aplaca la voluntad de otros, transformando a través de la fuerza y la violencia cualquier disidencia y objeción en una horripilante afonía del alma y un renunciamiento del corazón. La desidia no puede hacernos abandonar la tarea. Y para finalizar sólo quisiera cita un caso particular: Hace poco Carabineros ingresó a un pequeño y acogedor videoclub en la ciudad de Temuco, que poco a poco se ha transformado en punto de encuentro para intelectuales y artistas locales, donde se discute de cine, política, derechos humanos y filosofía. Carabineros requisó material cinematográfico “altamente” comercial –Bergman, Tarkovsky, Kurosawa y Renoir, entre otros- que había sido donado por amigos y socios a don “Catrutro”, propietario y alma de la que he llamado una verdadera y original “trinchera intelectual”. Por supuesto que eran copias grabadas, ya que con los altísimos precios en el mercado y la inexistencia en grandes almacenes de títulos como “Luz de Invierno”, “Nostalgia” o “Imitación a la vida”, la única forma de acceder al buen cine es a través de la grabación. Esas películas no sólo alimentaban las ansias cinéfilas de los amigos y camaradas que frecuentaban el lugar, sino que eran utilizadas en cinematecas populares, círculos privados de cine e inclusive en asociaciones estudiantiles universitarias SIN fines de lucro. Pero nuevamente los esfuerzos por desmantelar un plan original de pensamiento estructurado y vanguardista han sido exitosos, amparados los carabineros en la “Ley” (Es tan perfecta la ley, en especial la de Amnistía y la Antiterrorista). Así son las cosas en Chile. Algo que agregar a nuestra maravillosa “democracia”, aquella que coloca impuestos a los libros, aquella que silencia de un plumazo a una Varela o un extinto Catrileo, aquella que llena nuestra alma de dolor y desconsuelo.

anibal.venegas@gmail.com

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