Por: Hernán Montecinos
Yo no se que tipo de relación incestuosa tendrá Dietrich con el general Baduel. Me hago esta pregunta por ese empeño suyo de hacerle un lavado de imagen, en lo que respecta a su nueva postura y posición, que muchos no trepidan en considerar de traición al proceso revolucionario que se está viviendo en Venezuela.
Entre los recursos para defender la nueva postura de Baduel, no ha creído más pertinente que recomendarle a Hugo Chávez, poco menos que corra hacia Baduel para hacer un pacto con él. ¿Desde cuando los procesos revolucionarios tienen que hacer pactos con los traidores? Sobre esto, incluso, en mi opinión, en determinados momentos, se puede llegar hacer un tipo de pacto hasta con el enemigo, pero con los traidores nunca jamás. Estimo que Dietrich no ha sabido apreciar las diferencias que existen entre un referente y otro, y es desde este punto en donde se origina toda su confusión. Es como si, por ejemplo, en su momento, Fidel hubiera tenido que correr hacia Huber Matus para solicitarle hacer un pacto con él. O los sandinistas tuvieran que haberle pedido un pacto al Comandante Cero, aquel carismático guerrillero que fue protagonista de las acciones revolucionarias más osadas, pero que finalmente terminó por pasarse a los “contras”. Dietrich se muestra muy ingenuo al pretender establecer un pacto, por decirlo de algún modo, entre Dios y el Diablo.
Dietrich es cientista, y como tal, vanidosamente, se permite teóricamente pontificar sobre todos los atisbos de avance progresista de nuestros pueblos, y con mayor razón de aquellos en donde se están empezando a vivir procesos transformadores con un claro decurso de ser procesos auténticamente revolucionarios, como sin duda lo es lo que se está viviendo en Venezuela. Entonces, para insistir en su ensimismada posición, no ha creído nada más pertinente que recubrir su proposición (pactar Con Baduel) con un cierto hálito de cientificismo, para otorgarle al mismo mayor credibilidad. En su respuesta a Celia Hart, le recrimina de que su visión respecto al problema es demasiado binaria. Reclama él que no todos los procesos se pueden ver en blanco y negro, y que sobre ello se deben hacer varias miradas con todos sus matices. Así es como se examina la realidad, sentencia Dietrich, so pena de ideologizarla reduciéndola exclusivamente a dos bandos. La contraposición entre lo blanco y lo negro no parece gustarle mucho a Dietrich.
Ahora bien, como cientista Dietrich tiene toda la razón en cuanto a que, de un modo general, la realidad tiene diversos matices; nunca la realidad es una sola o dos, ni tampoco tres. Pero, también, Dietrich debe saber como cientista de que en toda ciencia, por más exacta que ella pretenda ser su norma general, en determinadas circunstancias y situaciones, suele romperse. Y es en este punto en donde teóricamente, a mi juicio, Dietrich demuestra toda su debilidad argumental. Sí, porque la ciencia social ha comprobado hasta la saciedad que esa norma general, de los diferentes matices que nos presenta la realidad social en nuestros pueblos, desde el punto de vista político-ideológico, se rompe y se radicaliza cuando en ellos empiezan ha sucederse verdaderos procesos transformadores con un claro norte de convertirse en procesos revolucionarios.
Eso bien lo sabemos aquí en Chile cuando vivimos el proceso transformador encarnado en el proyecto político y social llevado adelante por el compañero Salvador Allende. Paulatinamente, y cada vez más aceleradamente, el proceso se fue radicalizando por las condiciones objetivas y propias inherentes al carácter mismo que llevaba en sus entrañas el proceso. Llegó un momento en que se era, o bien de aquí o bien de allá. No podía, ni menos se permitían, los tintes intermedios. La realidad en ese momento era así y punto. Incluso, la democracia cristiana, que siempre pretendió ser el colchón amortiguador de la radicalización de nuestro proceso, terminó finalmente por dar luz verde a los golpistas para que derrocaran al presidente Salvador Allende, y con ello, desahuciar el proceso transformador que estábamos viviendo.
Muchas otras experiencias históricas transformadoras o revolucionarias ha vivido la humanidad, que a su solo examen se comprueba la repetición de este esquema político ideológico: su compresión y radicalización. Es decir, que en todo proceso revolucionario, cualquiera sea su especie, política e ideológicamente su radicalización de todos modos se nos viene. El blanco y negro, que parece no gustarle a Dietrich, desafortunadamente para él, es una realidad que le es cosustancial a dichos procesos. No verlo así es de una miopía más grande que el porte de una catedral. A menos que Dietrich pretenda no creer que en Venezuela hoy se está llevando a cabo un proceso auténticamente transformador y que va muy en serio en la dirección de aquello (lo revolucionario). De ser así tendría que recomendarle que lea el excelente trabajo de su colega Allan Wood titulado “Los marxistas y la revolución venezolana” para ilustrarse un tanto mejor del carácter y particularidades que se está dando en el proceso venezolano.
Por último, recordarle a Dietrich, que todo proceso auténticamente transformador, tiene su negra historia de traidores y traiciones. Venezuela no ha estado exento de ello Y no lo seguirá estando. Se vendrán muchos más Badueles, eso así también lo enseña la ciencia política, así como también, el de que las revoluciones o los procesos que se encaminan a aquello, no pueden ni podrían, bajo ninguna circunstancia y a ningún título, estar pactando, ni menos conciliando con los traidores a dichos procesos.
martes, 20 de noviembre de 2007
ENTRE CHAVEZ Y BADUEL: Hans Dietrich, un cientista político con la brújula extraviada.
Publicado por nancho en 8:07
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