jueves, 12 de junio de 2008

BENDITOS SEAN LOS IGNORANTES DE CHILE

Por: Aníbal Venegas
Fuente: www.elclarin.cl (11.06.08)

Sinceramente hay que revisar diarios y revistas, oír la radio y mirar televisión para estar enterados de la realidad nacional; esa realidad no es cosa del otro mundo por supuesto, y quizá el adjetivo más apropiado para definirla sea el vocablo idiota. Quien trata de huir de la maquinaria mediática, buscando refugio en la música, en la filosofía o sencillamente en el excusado, poco conoce respecto a lo que ocurre en el país ¿Qué gran pensador escribe respecto al lecho compartido por la principal modelo, respecto a la destreza amatoria del futbolista de rigor o acerca del resumé falsificado del político tal y cual? Absolutamente nadie. De ahí la ignorancia de muchos respecto a la realidad chilena.

La construcción social de la realidad es una cuestión compleja. En ella interviene la mayor cantidad de ilustrados posibles y que trazan en la agenda, los puntos cardinales para definir el destino de la nación de acuerdo a ciclos temporales pre-concebidos. Los periodistas, el aún-no-cuarto-poder, se supone están estrechamente vinculados con la edificación de la muy ventilada “verdad” (hoy en día venida a menos gracias al auge de la opinión) y en teoría, realizan el máximo esfuerzo para llenar la conciencia nacional con datos sin duda de carácter urgente, y que se estructuran en los más diversos campos del saber: farándula, partidos políticos –nunca política-, fútbol, Facebook y anteojos de sol al dos por uno. En torno a tales temáticas se define el periodismo nacional. Ecce Hommo Chilensis.

De los medios tradicionales ya casi no vale la pena hablar ¿Qué aspecto novedoso se podría rescatar de ellos? Absolutamente ninguno. Todo cuanto se puede agregar respecto a ellos ya se ha manifestado: que están monopolizados, que representan una postura vinculada al poderío económico, que obvian o falsean información, que rescatan aspectos intrascendentes y a menudo contradictorios de la realidad. Todo esto se ha dicho de los medios tradicionales. Es una total pérdida de tiempo ahondar más respecto a la única verdad local, aquella que ora respecto a nuestro patetismo periodístico: todo se ha escrito, todo se ha manifestado, todas las críticas se han expuesto y en los más encomiables sitiales, desde el libro hasta el adolescente que escribe sus verdades en Fotolog. Sin embargo, y a pesar de las evaluaciones, los Medios de Comunicación tradicionales aún marcan la pauta de lo que precisa estar en conocimiento público, de lo que debería ser noticia y por lo tanto, una verdad. Ni siquiera se debe recurrir a las hiperventiladas encuestas de opinión, cuando lo único que basta para conocer su colosal influencia, es prestar una nimia atención al entorno y darse cuenta de que la conversación de la señora Lucha y de don Temistocles, gira en torno a las escaramuzas sexuales del futbolista tal con la modelo cual, de las querellas presentadas por Iván Zamorano ante tribunales o del nuevo integrante de la Santísima Trinidad, General Bernales.

¿Medios alternativos? No hay ser más despreciable que aquel aburguesado señorito que espeta del hocico para fuera su moral del “nuevo periodismo”. Según tal mozalbete habría que refrescar el ejercicio periodístico con nuevos talentos para que de una vez por todas, el aire a naftalina que envuelve a los grandes Mass Media locales cambie para abrir el paso a la brisa bucólica que traen consigo los recién salidos del horno, los periodistas del siglo XXI licenciados en alguna de esas empresas neoliberales que tienen el tupé de tallar en los pórticos de sus edificios la palabra Universidad. Se supone que a partir de esa premisa, aparecen medios de comunicación que nos hablan de cuestiones trascendentes y “alternativas”, como música rock, TIC’s, moda urbana y filosofía inclusive. Todo esto regentado por sujetos a la medida de tales temáticas, que hacen de los berreos guturales y las zapatillas de moda un símbolo generacional. El TV Cable en este sentido, es la panacea de estos anhelos y así surgen, por ejemplo, proyectos como Vía X donde se dedican espacios para la reflexión y el análisis, entrevistando a los mismos mediocres que pululan idiotez a diestra y siniestra en los canales tradicionales, esta vez por supuesto, a la luz de la quiromancia, la superchería o cualquier necedad largada con la sabiduría del acaso, de la mera espontaneidad. Cultura Blog o Wikipedia se llama esto, “dicen”…

Lamentablemente, la realidad chilena es esta. No ocupan lugar en la Agenda temáticas relacionadas al cine de autor, al impuesto de los libros, a la bestialidad adolescente, a las violaciones de Derechos Humanos, a la llana y total aniquilación del alma nacional ¿Para qué? ¿Por qué? Lo peor es que nuestro mega inflando devenir económico, ha provocado que las nuevas generaciones sean prácticamente inmanentes a las tecnologías traídas desde la cuna misma del imperialismo, y hoy en día no sólo apenas leen los periódicos y ocupan su tiempo en “mirar” televisión, sino que emplean el ocio para regar estupidez a través de la internet, exacerbando un voyerismo nunca antes visto, solapados bajo nombres falsos y que normalmente rinden justo tributo al aparato reproductor. ¿Esa es la realidad chilena? Así es. Y si a eso le sumamos los otros aspectos de nuestra cultura –borrachera, empanadas, borrachera, cueca, borrachera y borrachera- se nos organiza un lindo panorama del país y su inconmensurable belleza. “Chile chile lindo, lindo como un sol”…

Pero ¿Qué ocurre con los otros, con los que cierran los ojos frente a esta hecatombe intelectual apernada en el país? A este grupo pertenecen todos los que han sopesado las ideas más arriba expuestas, y cuyo tiempo está dedicado a la disciplina y rigor académico, a lo bello y lo sublime, a la contemplación y estudio del hombre y sus problemas. Pienso que este grupo siente un profundo rechazo y desprecio hacia el país, y prefiere romper televisores y quemar los diarios antes que ensuciar el alma con tan pueril y villana bagatela. Lo más bajo a lo que han podido llegar es que el término “ignorantes” se les ha invertido: ahora ellos son los que ignoran, los que desconocen, los que no guardan vínculo alguno con el verdadero país y su cultura. Lamentablemente somos unos borricos. Por primera vez digo: en Chile, todo aquel que piensa, todo aquel que transforma la imbecilidad en renunciamiento, todo hombre y mujer que va más allá de la desidia y el silencio para transmutar el dolor en soneto y la amargura en canto, no representa para el país otra cosa sino ignorancia, absoluto desconocimiento. ¡A no perecer! Continuemos sumergiéndonos en la ciénaga del abatimiento representado por el pensamiento, porque si nuestro país actual es el verdadero Chile, el que elogia su muy elocuente cita “Por la razón o la fuerza”, considero que hay razones de sobra para ser ignorantes ¡Benditos sean los nuevos tontos!

anibal.venegas@gmail.com

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