miércoles, 25 de junio de 2008

¿A QUÉ IRÉ A LA CÁMARA DE DIPUTADOS

Por: Luis Emilio Recabarren
Fuente: www.g.80.cl

Un aporte del diario “El Siglo en huelga”

El Socialista, Antofagasta 23 de febrero, 1921

La Federación Obrera de Chile, Consejos de Antofagasta y el Partido Obrero Socialista, como también algunas otras agrupaciones obreras, han resuelto luchar el 6 de marzo para obtener la mayoría electoral que me lleve hasta la Cámara de Diputados, corporación burguesa capitalista, donde los explotadores del pueblo se reúnen para hacer leyes, que encadenen al pueblo, y le hagan vivir en la más triste miseria.

¿Quieren los obreros que vaya a la Cámara a hacer leyes obreras, opuestas a las leyes burguesas?

No. Ya comprendemos los obreros que el problema social no se resolverá por medio de las leyes, pues, la burguesía capitalista, jamás habrá de permitir que se hagan leyes benéficas para el pueblo y si algunas se hicieren no las respetará.

Entonces, ¿para qué hacer más leyes?

De la Cámara burguesa jamás saldrá una ley que determine la verdadera libertad, ni el verdadero bienestar y felicidad popular. Jamás. La historia del pasado es la prueba, porque jamás se ha hecho leyes que acaben con la esclavitud.

Si la representación socialista fuera al Congreso a contribuir a la dictación de nuevas leyes, no iría a obtener la verdadera libertad que necesitamos, ni a obtener verdadero beneficio para la familia obrera.

Cualquier ley que un diputado socialista obtuviera, con apariencias beneficiosas, no serviría de nada para el pueblo, puesto que nunca han servido y en cambio contribuiría a mejorar las condiciones del estado capitalista, postergando y retardando la verdadera emancipación popular, a la vez que haciendo confiar al pueblo en esperanzas que jamás se transformarán en bienestar social.

La burguesía legisladora y gobernante, jamás, en ningún pueblo de la tierra ha producido la libertad y felicidad popular. Ha sido y es completamente incapaz.

Las condiciones de organización del estado burgués, no podrán producir jamás el bienestar social del pueblo. Es inútil esperar de una mala organización un buen producto.

Necesita el pueblo, para su felicidad, de la reconstrucción total de la organización del estado, y esa reconstrucción, no la puede hacer un parlamento de capitalistas. Es sólo el pueblo la única fuerza capaz de esa reconstrucción.

Por eso no podemos ofrecer hacer leyes para parchar una organización ruinosa que debe abandonarse para dar paso a una nueva organización, qué, como la organización obrera, trae en su seno, los gérmenes de la nueva vida.

Los electores que comprendan bien claro, el moderno concepto con que pretende el proletariado organizado contribuir a la felicidad social, esos electores sabrán dar el triunfo a estos nuevos ideales.

Si no vamos a hacer leyes, ¿qué vamos a hacer?

Lo que hay que hacer es señalar, claramente, al pueblo desde la tribuna parlamentaria, toda la inaudita corrupción capitalista, toda la incapacidad burguesa, toda la inutilidad de las leyes burguesas, para que el pueblo vea la verdad, por sus ojos, y entonces tome las medidas necesarias a organizar el bienestar social.

Para hacer esta labor de higiene pública es que acepto ir al Congreso en brazos del esfuerzo popular.

Por eso digo a los electores: No voy al Congreso a hacer leyes inútiles que violarán enseguida los capitalistas; o leyes que perfeccionen el sistema de esclavitud, no; voy al Congreso: a criticar y combatir el régimen de explotación burguesa contra la nación, y a señalarle al pueblo desde la tribuna parlamentaria, el camino más corto para que alcance su completa libertad y felicidad.

¿Queréis que esta sea mi labor? ¿Comprendéis lo valioso de esta nueva orientación de la política revolucionaria, progresista de la clase obrera organizada?

Votad por el candidato de la Federación Obrera de Chile, sin ninguna condición.
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Los Representantes Comunistas en el Parlamento

La Federación Obrera, Santiago, 7 de abril 1922


El objeto que nos lleva al Parlamento, a la Cámara de Diputados o al Senado, es única y exclusivamente conquistar una posición más para nuestra propaganda revolucionaria, antiparlamentaria, anticapitalista, y de ataque directo al estado burgués y a sus instituciones decrépitas.

Un representante comunista no va al Congreso a hacer política, a “cooperar con los burgueses, a pedir empleos, a mendigar sueldos, o a intrigas entre pasillos”.

El parlamentario comunista investido de la representación de un partido serio que encierra en sí las aspiraciones y la voluntad de las masas ya no sumisas; va a la Cámara a destruir, a despedazar con su crítica libre y severa, la dialéctica jesuítica y sofística, de los representantes burgueses; y a iluminar, con el resplandor de la doctrina comunista los problemas vitales que nos acosan.

El representante comunista en la Cámara, sigue siendo antiparlamentario, sigue combatiendo el parlamentarismo; y sus ideas en el Congreso, no difieren de las que expresara en vísperas de elecciones, y en su vida privada, ante sus electores.

Los que confunden, al Diputado comunista con el Diputado burgués, no saben lo que dicen.

Votar por un candidato burgués, equivale a votar por un enemigo. Todo burgués es necesariamente conservador; y todo burgués investido de una representación o de un poder, es necesariamente reaccionario; sufragar, pues, por un candidato burgués, sólo sirve para ayudar a la reacción, al chauvinismo, a la filosofía pantagruélica de los amos imperialistas, cuya obtusa mentalidad perpetúa los axiomas de los pangloss clásicos.

La “política” comunista de que hablan con énfasis de oráculos nuestros adversarios,
“cooperadores” o apolíticos, no perjudica al proletariado, a los diversos sindicatos, o a la causa de la revolución.

Y no puede ser de otro modo, ya que los hombres que mandamos a los puestos de mayor responsabilidad saben ceñirse estrictamente a los principios y directivas del partido, que resguardan en todo momento, y según el más recto criterio, los intereses de “todo” el proletariado, en general.

El Partido Comunista desde hace un año, tiene en el Parlamento, dos representantes. Inútil afirmar que su “política”, para usar la palabra preferida de los que tratan, en vano! de desprestigiarnos, no ha dañado los intereses proletarios, ni disminuido el entusiasmo revolucionario,-ni debilitado la fe en un mañana mejor. Por el contrario, los intereses de los trabajadores han sido defendidos con calor; el entusiasmo revolucionario se levanta hasta en los ranchos de paja y de terrón de nuestros trabajadores rurales, hasta donde ha llegado la palabra de nuestros diputados comunistas; y la fe en días mejores se enciende en los cerebros de todos los que sufren, de todos los que padecen, de todos los que penan, como la promesa de una vida nueva.

Nuestros compañeros actúan en las Cámaras con el aplauso unánime, con la aprobación más entusiasta, de la verdadera masa laboriosa de la nación.

A nadie, pues, le será permitido aseverar- sin recurrir en una mala fe manifiesta-, que, cuando presentamos un candidato a Senador por la provincia, es porque deseamos hacer política, cooperar con la burguesía, y llevar al proletariado por una vía que no le conviene.

Nosotros sostenemos que la tarea de propaganda y de crítica que desde un sillón del Senado puede hacer un representante comunista, beneficia y alcanza a todo el proletariado, y que, por lo tanto, toda la masa trabajadora, que en el fondo, es comunista, por más que no esté inscrita en su totalidad en nuestros registros- por cuanto piensa y obra, como aconseja el Partido Comunista, que no es otra cosa en suma, que la expresión política de la táctica ofensiva y defensiva del proletariado-, debe poner en movimiento todos los resortes de la agitación y de la propaganda, para asegurar el mayor éxito posible a la candidatura comunista, desentendiéndose de los clamores (lamentaciones de eunucos) de los pesimistas a ultranza; de los predicadores de la inacción, de la resignación y de la somnolencia; y de la voz monocorde de las sirenas impúdicas del cohecho.

¿Qué es el Partido Comunista? En primer lugar no es ni será jamás un partido político, puesto que no admitirá nunca relaciones políticas con los partidos de la clase capitalista. La acción electoral sólo la admitimos como un instrumento de lucha y con carácter revolucionario, nunca con carácter político.

El Partido Comunista tiene por objeto inmediato, capacitar, orientar y disciplinar científicamente a sus adherentes, para que constituyan la vanguardia revolucionaria del pueblo y desparramados sus miembros en todos los sindicatos, ayuden a dirigir la marcha del proletariado hacia el triunfo final de nuestras aspiraciones de abolir el sistema capitalista con todas sus injusticias y miserias.

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