miércoles, 4 de junio de 2008

EL "GENERAL DEL PUEBLO"... ¿DE CUÁL PUEBLO?

Por: Alejandro Muñoz
Fuente. Kaos en la Red, (03.06.08)

EL ENREDO QUE se está produciendo en la conducción política por parte de La Moneda confunde a muchos. Con mayor razón debería enredar a una persona como Toño que, parado sobre el pescante de su vieja carreta, azuza diariamente al noble jamelgo que la arrastra y de esa forma el hombre se gana la vida haciendo fletes entre una hijuela y otra. Pero, no…todo lo contrario. Él dice que tiene muy claro el panorama.
Siempre se ha declarado socialista; se le ve de tarde en tarde participando en alguna reunión de esa tienda política en su comuna rural, aportando no sólo su voto –cuando corresponde- sino también el trabajo voluntario para promover los candidatos que su partido presenta en las distintas elecciones que se efectúan en la zona.

Concertacionista sin pausas ni dudas, ha sentido en los últimos días cierto olor a ‘chamuscado’ emanando de las organizaciones que conforman el conglomerado oficialista, pues la actuación de la presidenta Bachelet y algunos de sus ministros con ocasión de los ceremoniales previos a la sepultación del fallecido director general de Carabineros, le tiene nadando en el mar de la confusión.

Pero, eso es –para él- sólo uno más de los asuntos que forman parte de algo mayor, pues reconoce que la enorme cobertura de prensa en relación a las exequias del fallecido general de Carabineros, José Alejandro Bernales, le trajo el recuerdo de días trágicos que ya creía enterrados.

Toño es un hombre de edad madura –indefinible, a no ser que él mismo confiese el número de años que ha estado en esta vida- y por ello cuenta con suficiente experiencia para sospechar que algunos capítulos recientes de la política chilena se encaminan a proposiciones que abjuran de la democracia.

“El domingo vi por la tele el tremendo espectáculo que se montó pa’sepultar al general de los ‘verdes’, y de nuevo me pareció estar reviviendo las viejas marchas pinochetistas frente al altar de la patria”, dice sin ambages a quien quiera escucharle. Asegura además que durante dos días hubo una verdadera cadena de televisión a través de la cual, sin pausas ni dudas, se mostró una verdad innegable que iba más allá de la solidaridad popular: “Los muertos son buenos pero, en Chile, si tienen poder y además son destacados por los poderes fácticos a los que tan bien sirvieron desde el 11 de septiembre del ’73 como ‘perros de presa’, son especialmente buenos”.

Hace énfasis en la actuación de aquellas personas –de origen tan humilde como el suyo- que despidieron el féretro apostadas en las aceras de la ciudad, premunidas de fotos del general, las que por cierto no fueron sacadas del baúl de nadie en particular, sino más bien pareciera que ‘alguien’ –dedicado a asuntos de producción mediática y movilización de masas- las industrializó en serie para entregarlas a quienes iban a estar en las calles durante el tránsito de los féretros en aquel sentido adiós.

“Los golpistas nostálgicos vivieron una verdadera fiesta”, comenta Toño, convencido de que incluso el gobierno de Bachelet tomó parte en esa representación política-teatral. El fletero va más lejos en sus dudas. “El discurso del hijo del general, que muy hábilmente solicitó que hubiese más políticos para el pueblo, más parlamentarios para el pueblo, sin ninguna duda se estaba refiriendo a políticos y parlamentarios al estilo de los uniformados, pues no dijo ‘más parlamentarios y políticos DEL pueblo’, sino PARA el pueblo”.

Si un extranjero hubiese aterrizado en Chile aquellos días, habría jurado que el general director cayó abatido por balas enemigas o por un atentado extremista. Eso quizá le hubiese permitido entender la parafernalia oficial, pero un doloroso y trágico fallecimiento causado por un accidente es algo que le puede suceder a cualquiera y, más allá de las exequias oficiales y el duelo nacional pertinente, no ameritaba estructurar el pandemonio que se extendió durante 48 horas a través de una auténtica ‘cadena nacional’ de radioemisoras y canales de televisión. Ello ni siquiera ocurrió en Inglaterra con el sepelio de la trágicamente fallecida Lady Diana de Gales (que, dicho sea de paso, también murió en un accidente acaecido en país extranjero).

“Algunos lo llaman ahora ‘el general del pueblo, pero, de ¿cuál pueblo?”, se pregunta Toño, pues, según él, del pueblo mapuche y del pueblo estudiantil y del pueblo de los subcontratados y del pueblo de los deudores habitacionales y del pueblo de los mineros de Lota y del pueblo de los pescadores artesanales…no, de ese pueblo no. Del pueblo de los especuladores, del pueblo de los ladrones, del pueblo de los agiotistas, del pueblo de los estafadores, del pueblo de las transnacionales…¿de ese pueblo sí?

José Alejandro Bernales era un policía, un carabinero. Llegó a la más alta instancia de su institución y por ello se le respeta –el status es del cargo y no necesariamente de quien lo ocupa-, mas no por eso debe olvidarse, por ejemplo, que bajo su conducción Carabineros de Chile actuó siempre de manera autónoma para disolver con golpizas y balines de goma (a veces, incluso con balas) todas y cada una de las manifestaciones populares, sin esperar, acatar o responder a las ignotas órdenes e instrucciones emanadas del Ministerio del Interior y/o de La Moneda, replicando con idéntica ferocidad las intervenciones realizadas por ese cuerpo policial durante los años de dictadura.

Tuvo en suerte el señor general de contar en el palacio de gobierno con algunos eméritos ‘progresistas’ de última hora, como los señores Felipe Harboe y Francisco Vidal, quienes, debido a sus currículos políticos, amantes del totalitarismo, cobijan y defienden el proceder autoritario de la llamada ‘fuerza pública’. Bajo el mando de Bernales, Carabineros se destacó por la violencia ejercida contra los ciudadanos comunes que luchan por su país desnudando los oscuros y pingues negociados de los invasores transnacionales hasta dar la vida incluso, pero a ellos se les trata como delincuentes, se les aplica la ley antiterrorista y, además, se les tilda de locos, desquiciados y otras lindezas similares ¡¡por defender la identidad y los recursos de la nación!!

Durante el mandato del general Bernales, Carabineros volvió a aproximarse a sus ‘mejores tiempos’ represivos, pero esta vez sin necesidad de instrucciones provenientes de las altas jerarquías gubernamentales…hoy se bastan solos, cual cofradía autárquica separada del cuerpo social, pero incentivada por la anomia política que desde hace años revolotea en La Moneda, donde una presidenta llegó al sillón de O’Higgins merced al engaño mediático que sus patrones verdaderos lograron difundir en la población, administrando el garlito de que ella era una ‘socialista renovada’, hija de un general leal a la Constitución que sufrió la muerte a manos de verdugos fascistas y, pese a ello, era capaz de perdonar y mirar el futuro con renovadas esperanzas. .

Pero, en estricto rigor, Bachelet fue socialista sólo durante algunos años posteriores al asesinato de su padre, y actuó como tal únicamente con un sentido de revancha personal. Una vez que la ‘familia militar’ la recibió nuevamente en su seno cual hija pródiga, volvió a ser lo que siempre había sido: el producto de una larga formación y crecimiento obtenidos en villas, unidades y castas uniformadas. Más rápido que lento, sus propias raíces de soldado se impusieron sobre todo lo demás. El sentido lagrimeo mediático de la Presidenta por la trágica desaparición del general Bernales da cuenta y confirma lo anterior. Eso lo ha captado íntegramente la exigua clase de los poderosos y la detestable casta de los golpistas.

Los aplausos para Bachelet y vítores para Bernales bajaron como cascada en la representación operática que presenció el país a través de las pantallas de la televisión en cadena. Un acto teatral rápida y eficientemente preparado a objeto de lograr la conmiseración del país y, además, echar tierra temporalmente sobre los problemas que se dejarán caer sobre el gobierno, como el de los estudiantes, los camioneros, los profesores, etc., etc.

Para la derecha ultramontana, para los militares nostálgicos del antiguo poder total y para los dueños de las transnacionales, Bernales fue un constitucionalista de pura cepa. Claro, pero de ‘esta’ Constitución heredada de Pinochet y maquillada por Ricardo Lagos.

Los golpistas de ayer y los fascistas de hoy se desgañitaron rezando por el general fallecido. Quisieron –y en parte lo lograron- convencer a la ciudadanía más pobre que él era una especie de santón, de gurú o de Robin Hood…algo así como un Catilina moderno. No por nada, ni menos por defender la legalidad, la democracia y los juramentos constitucionales, el subteniente Bernales fue ascendido a teniente el 16 de septiembre de 1973, cinco días después del golpe de estado, entrando de inmediato a servir en las Fuerzas Especiales de Carabineros durante la dictadura pinochetista.

Parece que el viejo Toño, desde lo alto de su humilde carreta, puede ver el bosque mejor que muchos. El nuevo General Director, de apellido Gordon (¿pariente del fallecido general Humberto Gordon, jefe de la CNI?), informó que su gestión será ‘de continuidad’. ¿Habrá que llamarlo también ‘general del pueblo’?

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