viernes, 19 de octubre de 2007

CONFLICTO SEMANARIO "EL SIGLO"

Discurso del Presidente del Sindicato Julio Oliva, en el Teatro Camilo Henríquez, el viernes 12 de Octubre.

"Vuestro apoyo y el acercamiento de mucha gente a preguntar por los orígenes del problema toman una importancia vital en el momento en que, los dueños de El Siglo, pretenden imponer una versión antojadiza y tergiversada de los hechos. Hemos debido salir al paso de mentiras y calumnias, como las que señalan que estamos pidiendo 17 millones de pesos para cada uno de nosotros, que pretendemos hacerle "un gallito" a la dirección del Partido Comunista o ejercer una suerte de codirección del
semanario. Nada más lejano a la realidad.

Para explicar esto les pediré unos minutos de paciencia. Este equipo, en promedio con más de 10 años trabajando en El Siglo, fue parte del colectivo que discutió y elaboró un proyecto que cambiaba profundamente el sentido que se le daba al semanario. Recordarán el cambio de portada de dos a cuatro colores, minuto en que comienza a hacerse realidad la idea de que el periódico fuese el órgano del Partido Comunista, que tendría la editorial y columnas de opinión donde se expresaría la política del Partido, como también reportajes y crónicas que mostrarían como esa línea se desarrollaba, pero que además se abriría como un espacio para todo el mundo antineoliberal, para toda la izquierda y el mundo social y sindical que despertaba a la lucha. Símbolo de todo ello fue una nueva diagramación, secciones más cortas y más informativas, columnas de opinión diversas y, especialmente, la aparición en nuestra portada de la Margarita –tan recordada de tiempos del Fortín Mapocho- con su fina y aguda mirada crítica del acontecer nacional.

Este proceso tiene un abrupto cambio con la llegada como director de Francisco Herreros. La primera muestra fue la desaparición de Margarita de la portada, pero eso llegó acompañado de muchas otras cosas, como el fin del trabajo colectivo, la imposición de pautas y el enrarecimiento del ambiente laboral. Quienes pudimos hacer ver esto, solicitamos insistentemente entregar nuestras opiniones a los dueños del periódico, pero nunca sucedió. Lo que pasaba en El Siglo o lo que la dirección del Partido opinaba, era llevado y traído solamente por el director. El mismo que señalaba que desarrollaría "su proyecto", que esto era "su desafío" y que El Siglo ahora funcionaría como una empresa. Otro hecho incalificable, es el que este equipo por años ha tenido una baja remuneración, que desde 2001 se mantiene estancada entre 130 mil y 280 mil pesos, tomando en cuenta que esto era un esfuerzo colectivo compartido, pero el director llega ganando hasta cinco veces más que el promedio de nuestros ingresos.

En medio de este ambiente se produjeron hechos como la censura a dirigentes sociales y políticos que estaban en la noticia, como pasó con la dirigente estudiantil María Jesús Sanhueza y el dirigente poblacional Lautaro Huanca, con ANDHA Chile y hasta con artistas de izquierda que eran vetados de salir en las páginas. Últimamente esto se amplió a la imposibilidad de entrevistar a personas como Don Roberto Garretón, junto al planteamiento de Asamblea Constituyente y nueva Constitución para Chile, o de tocar temas sobre la corrupción del gobierno y la concertación. Si señalan que hay diferencias políticas porque no nos parecían estas medidas, sí, es cierto: No nos parece que censurar sea bueno para un medio que lucha por la democracia y se proyecta a un sistema mucho más justo y solidario. Pero eso no fue obstáculo para seguir aportando y entregando nuestro trabajo.

Pero eso no sería todo, ante nuestra insistencia en querer reunirnos con los dueños del periódico para trasladarles nuestras preocupaciones, entre ellas la de la baja en las ventas producto de una inadecuada forma de mostrar nuestros temas en portada, por fin se nos dijo que el 9 de marzo (de este año) vendría una delegación de la dirección del PC a reunirse con los trabajadores de El Siglo. Sin embargo, a la hora señalada, solamente llegó el abogado Pedro Aravena para iniciar el despido de nuestros compañeros. Ante tal agresión, decidimos constituir nuestro sindicato. Logramos negociar una salida relativamente digna en los casos de Marco Díaz, de administración, y de Iván Valdes, quien fuera subdirector del medio y en ese minuto era el editor de Economía. Pero con Cristián Pavez, quien recibió públicamente los insultos del director, no hubo intención de los administradores por buscar una salida conversada, se le obligó a ir a tribunales y hoy la empresa está declarada en rebeldía en el proceso por no hacerse parte de él.

La situación se fue agravando y continuaron los ataques a diferentes miembros del sindicato. En abril llegó como subdirectora Dolores Cautivo, meteórica integrante del Comité Central del PC, quien comenzó ganando 150 mil pesos más que el promedio nuestro, acompañada de su novio, Claudio Valenzuela, que de a poco se instaló como reemplazante -sin contrato- de los despedidos. Junto con ello, usaron toda la implementación de El Siglo para su beneficio personal a través de los servicios de Uno Producciones, que realiza asesorías comunicacionales a organizaciones sindicales. A poco andar, la subdirectora señalaría que estábamos en "una guerra" y que nadie saldría ganando. Dicha "guerra" continuó con ataques personales, el desconocimiento del sindicato y de quien fue elegido presidente, argumentando que no trabajaba en El Siglo si no que solamente colaboraba esporádicamente –como si el editor general pudiese ir una vez al mes-, y se acentuó cuando presentamos nuestro proyecto de contrato colectivo, advertidos de que vendrían más despidos, como forma de tener fuero.

En medio del proceso de negociación se nos comunicó el despido a Raúl Blanchet, secretario del sindicato, y a mi. Sin embargo, la Inspección del Trabajo, que ha entregado sendas resoluciones reconociendo la legalidad del sindicato, determinó nuestra reincorporación. De esto fue avisada la empresa, a través del Administrador René Amigo, quien firmó el acuerdo. Volvimos a nuestros puestos de trabajo, pero desde esa fecha, 22 de agosto, no se ha vuelto a publicar los materiales que hemos entregado.
Además, a Raúl Blanchet se le desarmó su estación de trabajo y su computador fue trasladado a Vicuña Mackenna 31, donde ya estaba funcionando la sección de diagramación y producción final del semanario.
Antes de que expirara el plazo legal de negociación, los siete integrantes del sindicato fuimos trasladados a un cuarto de Carmen 340, donde no contábamos con los más mínimos elementos para realizar nuestro trabajo, como tampoco con alguna comunicación con nuestros jefes en evidente muestra de que no se nos daría trabajo.

Finalmente botamos la huelga y, de inmediato, solicitamos la mediación de la Inspección del Trabajo como forma de, al menos, sentarnos con algún representante de la empresa para iniciar un diálogo, el que se encuentra interrumpido unilateralmente desde que se conformó el sindicato. No se presentaron y, contactado telefónicamente el representante legal de Editorial Siglo XXI, Claudio De Negri, señaló que no reconocían la legalidad de lo obrado por la Dirección del Trabajo. Fueron multados ante la sorpresa de la mediadora que nos señaló que nunca una contraparte se había negado a presentarse.

Iniciamos la huelga el 2 de octubre y el día siguiente una fiscalizadora de la Inspección del Trabajo se hizo presente en Diagonal Paraguy 458, donde antes funcionaba el periódico y hoy estamos en huelga, allí no había nadie, tampoco se estaba haciendo el periódico en Carmen 340, nueva dirección comercial de la Editorial, por lo que nos pidió que la acompañáramos a Vicuña Mackenna 31, donde se realizaba otra práctica ilegal, la de usar rompehuelgas para desarrollar el trabajo de quienes habíamos iniciado este movimiento. No se le permitió la entrada al primer
piso, donde estaban trabajando Dolores Cautivo, Claudio Valenzuela, Danae Prado Carmona, José Luis Córdova y el diagramador Sergio Vargas. Fue tratada groseramente y amenazada por dirigentes del Partido Comunista, lo que culminó con la negativa de estos a firmar el acta que levantó relatando la situación.

En fin, han sido muchas las torpezas cometidas por quienes dicen estar defendiendo El Siglo y han sido incapaces de abrir un espacio de diálogo para solucionar este conflicto. Incluso se nos ha acusado de ser parte de una campaña anticomunista.

Aquí les pido hacer un paréntesis para contar algunos detalles de cada uno de los que conformamos el sindicato. Jorge Texier es un antiguo militante comunista y periodista de El Siglo, Vistazo, Radio Moscú y Principios. Integrante de la dirección clandestina en los tiempos en que muchos fueron hechos desaparecer y ex miembro del Comité Central del PC.

Jorge Zúñiga: Fotógrafo, militante comunista, imperdible en las manifestaciones sociales y políticas, como también bajo los palos y botas de los pacos.

Magdalena Muñoz (Mafalda): Militante comunista de antes de la Unidad Popular. El golpe la encuentra en la UTE, desde donde es sacada con decenas de estudiantes y funcionarios –entre ellos Víctor Jara- hacia el Estadio Chile. Vivió su exilio en Argentina y regreso a la lucha clandestina. Es desde hace muchos años la secretaria del semanario.

Eliana Gómez: Militante comunista en Quilicura desde hace años. Forma parte del equipo de venta de suscripciones y es la única, de cuatro, que continuó su labor pese a la baja de las ventas y el magro ingreso.

Ana Muga: Editora de Cultura, aunque también toma otro temas. No es militante comunista, pero es "militante" de El Siglo a toda prueba, con un compromiso probado por años.

Raúl Blanchet: Militante comunista desde antes de la UP, perseguido tras el golpe sale fuera del país, pero en cuanto puede vuelve desde Suecia a integrarse al FPMR. Es detenido y, pese a varios días de "recibimiento" en la CNI, nadie más lo acompañará en su camino a la cárcel. Es uno de los jefes de la fuga de 1990, cuando decenas de presos políticos escapan por un túnel desde la Cárcel Pública, meses antes de que asuma Aylwin. Periodista en El Siglo desde hace más de 10 años, hoy es editor laboral y secretario del Sindicato.

Marco Díaz: El primero despedido. Militante comunista de muchos años, formó parte del FPMR. Hoy es dirigente del MPMR.

Iván Valdés: El segundo despedido. Joven periodista titulado de la Chile. Fue subdirector de El Siglo y luego editor de Economía. Hoy está cursando un postítulo en España.

Cristián Pavez: El tercer despedido. Militante comunista desde la dictadura. Periodista titulado en ARCIS. Editor de Movimiento Social y hombre ancla en la campaña de Tomás Hirsch. Hoy avanza su demanda en Tribunales del Trabajo, donde la empresa está declarada "en rebeldía" por que no se hizo parte.

De uno es feo hablar, además muchos de ustedes me conocen, pero quiero recordar a dos personas que han marcado mi vida. Mi abuelo, Gabriel García, que recibió su primer carnet del partido en la pampa, lejos de la oficina salitrera donde era ilegal la militancia, que en algún momento fue presidente del sindicato de la Imprenta Horizonte y pasó la dictadura entre la prisión, la tortura, un breve exilio y la lucha clandestina. El otro, mi padre, Julio Oliva Villalobos, quien asumida la decisión de entregar la vida en pos de terminar con la dictadura, murió en 1984 enfrentando a la CNI como integrante del FPMR. Con esa misma decisión he asumido la responsabilidad que mis compañeros han depositado en mi al elegirme presidente de este sindicato.

Hago este paréntesis, que creo muy necesario, para señalar que desde nuestra parte es absolutamente falso el que seamos parte de una campaña anticomunista. La verdad es que, viendo todo lo que ha pasado, sí estamos seguros de que aquí hay una campaña en contra de El Siglo y del Partido Comunista, pues no nos explicamos de otra forma la cerrazón, la soberbia y la ceguera de quienes tienen como primera responsabilidad evitar que se acentúen este tipo de conflictos y buscar una solución pronta y justa para todas las partes.

Pero aquí seguimos nosotros, en huelga, dignos y convencidos de la justeza de nuestra lucha. Confiados en que la transparencia, la consecuencia y la verdad, se abrirán paso para alcanzar una solución a este conflicto que lamentamos profundamente. Somos los primeros en querer que no se le siga haciendo daño a El Siglo y los ideales que representa. Por lo mismo, defenderemos nuestros derechos como trabajadores para seguir teniendo la confianza de miles de trabajadores que han contado con las páginas del semanario para denunciar las prácticas antisindicales, sus luchas y sus triunfos.

Estamos y estaremos, en esta o en otra trinchera profesional de combate, ayudando a construir las mayorías que Chile necesita para realizar los cambios profundos que beneficien a los trabajadores y al pueblo. El Primer Activista de la Revolución Chilena debe seguir estando a la vanguardia de las luchas y este equipo seguirá existiendo para ponerse al servicio de Chile y su pueblo".

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