miércoles, 24 de octubre de 2007

LA TELETÓN: UNA DICTADURA MEDIÁTICA

Por: Eduardo Santa Cruz*
*Periodista y académico

NOTA. esta es una entrevista publicada hace algún tiempo en el diario El Siglo. Por la vigencia y actualidad del tema, y sobre todo, en momentos que se viene la invasión mediática en torno a la Teletón, he creído oportuna su publicación, como elemento esclarecedor respecto de un fenómeno cuyo protagonista es la televisión.

-¿Qué opinión le merece la Teletón, cómo caracterizaría este fenómeno mediático?

"Es un fenómeno muy complejo. Desde un punto de vista descriptivo, surge una primera aproximación. Tenemos una característica básica: que es un fenómeno de convocatoria mediática, creado por los medios y básicamente por la televisión; y más, dentro de la televisión básicamente por una persona.

Esto es una primera cuestión que muestra la importancia sobre todo de la televisión como actor social en el Chile de los últimos años. Cómo la televisión se ha ido transformando en un actor cada vez más importante. Tan importante como otros e incluso más importante que otros en ocasiones como ésta, en ser capaz de generar una convocatoria que es nacional. Una convocatoria que de hecho moviliza a todo el país, incluso porque a la minoría -que deben ser muy pocos que no se mueven, que están en contra o que tienen críticas- la obliga a entrar, nadie queda afuera. Nadie puede decir: 'yo no tenía idea'.

Esto es muy importante porque al final, ¿que otro actor social o político tiene la ilusión de realizar una convocatoria de este tipo? Es una convocatoria de los medios, es una convocatoria nacional, pero es una convocatoria además que está centrada en un problema real, un problema que ni la sociedad ni el Estado chileno han resuelto: que es el tratamiento de los niños impedidos. Esta es una tercera característica. Una cuarta característica, porque hasta aquí la cosa tiene una sola cara: introduce un matiz de complejidad y de polémica al asunto, que es el hecho de que esto está pensado en función de motivar a la empresa privada para que aporte dinero para la solución de este problema. Sin embargo, te genera dos situaciones que son muy discutibles y que te abren el flanco crítico: uno es que la empresa privada convierte esto en un negocio y obtiene buenas ganancias; y en segundo lugar es que aporta muy poco. Las empresas se pelean por estar en la Teletón. Hay un número limitado de empresas que hacen un aporte fijo. Lo primero es que ganan en imagen, una ganancia neta; y en segundo lugar ganan en las ventas, porque de hecho las ventas les aumentan significativamente. El negocio es fuerte. Esto introduce un manto de duda. Porque si las empresas pusieran toda la plata que se requiere, uno diría: 'bueno, ya', pero ponen una fracción muy mínima. En el fondo, es la convocatoria masiva que hace el medio la que motiva a la gente para que ponga el grueso de la plata. Entonces, uno se pregunta para qué están las empresas. Mejor es que conviertan esa campaña en un asunto puramente de utilidad pública y que la gente aporte un poco más y ponga el 100%. Una segunda cuestión es que esto se hace sobre la base del mundo del espectáculo, podría hacerse sobre la base de otro mundo, pero se hace sobre el espectáculo, con figuras que son conocidas, que tienen su arrastre, su popularidad y se produce también una suerte de negocio. Los artistas se pelean también por estar en el escenario porque eso les genera una ganancia de imagen. Uno puede ver artistas que están de capa caída, que ya no los consideran mucho en los medios, que utilizan la Teletón como un trampolín. Aquí también hay un 'aporte' de las figuras televisivas, que no es gratuito.

Se ha ido remarcando que la Teletón se asocia a una movilización nacional, en función de resaltar una cierta identidad, y esto es muy manipulado. Es este discurso del que somos los campeones mundiales de la solidaridad, un discurso que es bastante vacío, muy retórico y que además es muy efímero porque sólo dura dos días. Se crea un ambiente un poco desagradable, en torno a que se crea un ambiente ultra emocional, un ambiente muy cargado melodramáticamente, en el que no puede haber voces disonantes, no puede haber diferencia, todo Chile y todos los chilenos tienen que estar dispuestos a cualquier cosa. Si se dice que 10 gallos tienen que tirarse del Mapocho, allá tienen que ir y hacerlo. Se genera un ambiente de cierta intolerancia. El que no está ahí: está contra los niños, contra la patria, contra todo... es el gallo más malo que puede haber, no tiene sentimientos".

-No hay debates posibles en la Teletón, se instala una lógica un tanto totalitaria...

"Eso es así porque la Teletón es un ejercicio fundamentalmente emotivo, no racional. Un análisis racional del asunto te pone ante intereses distintos, posiciones diversas, generando división, y aquí se apunta a una unidad total, sin reservas. Efectivamente, hay un sesgo totalitario, se aspira a una totalidad que no admite fisuras, nada que ponga en peligro la unidad. Pero una unidad efímera". -¿Por qué en Chile se produce este fenómeno, un fenómeno que parece no repetirse en otros lugares del mundo, por lo menos con este nivel de absolutismo mediático?

"Yo creo que hay varias razones y una de ellas es que Chile es un país mediático, es un país con alta penetración de la televisión -un 93% de los hogares tienen al menos una televisión-, es una sociedad, como diría Elíseo Verón, en vías de mediatización. De ahí esta calidad de actor social que adquieren los medios y en particular la televisión. Buena parte de las prácticas sociales en Chile están siendo articuladas alrededor de un eje: los medios. Prácticas que existen en relación a los medios, no existen por sí mismas: ni la política, ni el deporte, ni la religión... te estoy hablando de los grandes convocadores de antaño. Hoy no pueden existir sino con y en relación a los medios. Siguen existiendo, pero si no llegan a los medios, tienen una existencia que no traspasa sus fronteras.

Por ejemplo, estoy pensando en el movimiento sindical. Por ejemplo, una huelga en una fábrica en Vicuña Mackenna. Hay huelgas permanentemente, pero nadie se entera. Es decir, la huelga no tiene existencia social, porque no se hace visible y esto antes no ocurría.

También hay otros elementos. La Teletón es paralela a otros fenómenos, como el de la Selección Nacional de Fútbol. Hay pocos fenómenos hoy capaces de convocar masiva y unitariamente. La sociedad chilena está altamente fragmentada, altamente segmentada. Hoy no se puede hablar de una masa, al revés, los sectores populares que antes eran mucho más compactos hoy también están fragmentados. Esto es parte de un modelo de desarrollo, del modelo de sociedad que se vive, de esta segmentación del mercado que ha producido una pran fragmentación. Hoy por ejemplo hablar de la juventud chilena no tiene ningún sentido, hay 29 juventudes distintas y ni siquiera se mantienen en lugares fijos, están armándose y desarmándose, entrecruzándose.

Todo este fenómeno de la fragmentación social es un fenómeno aún en pleno desarrollo, que va apuntando hacia una individualización cada vez mayor. Curiosamente, diría que los únicos fenómenos que logran convocatorias al conjunto son los fenómenos convocados por los medios. Porque no es el fútbol, es la Televisión Nacional auspiciada por la Coca -Cola la que logra eso, no es el fútbol de tercera, segunda o incluso primera división, porque para esto siguen yendo 1.500 personas al estadio. En el pasado, poniendo como ejemplo la política, tanto la derecha, el centro como la izquierda, eran causas, visiones de sociedad que te convocaban a un compromiso de por vida. No era un compromiso de esta elección, era para siempre. Compromisos como el de la Teletón buscan un compromiso débil. Todo lo que está pensado. Es muy interesante la agudeza que tiene Don Francisco en el sentido de poder captar muy bien el sentido común de la gente, porque él sabe desde el principio que a la gente no le puede pedir mucho. Para esta causa yo no le pido que entregue su vida, sólo le digo 'vaya al banco de la esquina-y ponga mil pesos, eso es todo'. Incluso puede hacer un asado con los amigos mientras mira la Teletón, porque también es entretención. Es en cierto sentido un compromiso inofensivo, porque es un compromiso efímero.

Es muy interesante porque Don Francisco está muy interiorizado de los cambios que ha sufrido la sociedad chilena, una sociedad que se ha ido desideologizando, que se va haciendo más suave, más liviana, donde no están ya las grandes causas ni compromisos. Entonces, les pide un sacrificio mínimo y ofrece la retribución de la entretención”. -Pero esta cultura de la imagen, en donde los distintos planteamientos sociales existen en la medida que se hacen visibles, también parece peligrosa. En este ejercicio de hacer visible, también se va condicionando los discursos, creando un discurso que interpela más a lo emotivo que a lo racional. Tal vez esta cultura de la imagen -y este es su principal peligro- tíende a desracionalizar a los sujetos sociales.-

"Eso ocurre, pero esto no es inherente a la cultura de la imagen. Pero ¿qué hace que sea así? Porque efectivamente ocurre, la política se vuelve una cuestión de imagen, el gobierno se vuelve una cuestión de imagen, etc. Hay distintos tipos de imagen. Hay imágenes que son fáciles de leer y otras que son más complejas, que exigen un esfuerzo de racionalización mucho mayor, que a la vez son muy ricas porque tienen distintos significados posibles que hacen que el espectador vaya construyendo distintos significados.

La cultura de la imagen no necesariamente tiene que ser así. Ahora por qué es así, hay una razón muy de fondo: lo que ocurre es algo muy anterior y que está en la sociedad misma. Se vive desde el 90 en adelante un orden social naturalizado, no hay nada serio en discusión y si lo hay, no se quiere discutir. Se está discutiendo la administración de las cosas: el cómo se hace. Hay un orden social cuyos dos pilares son: la economía de mercado y la democracia libera] representativa, en esta versión, porque hay otras versiones, en esta versión binominal. Estos dos pilares se consideran naturales, es decir, no discutibles.

' '' Esto opera en todos los ámbitos, se ha vuelto una cultura, se ha vuelto sentido común. Se discute la administración de algo ya dado, por lo que la discusión es epidérmica, superficial. Y la Teletón trabaja básicamente ahí".

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