lunes, 3 de marzo de 2008

¿DÓNDE ESTÁ LA OPOSICIÓN DE IZQUIERDAS?

Por: Jorge López Ave
Fuente: Insurgente.org

La llegada de la socialdemocracia a los gobiernos europeos, suele abrir un espacio de parálisis en todo lo que se mueve a su izquierda, suceda esto en el terreno social, político, sindical o cultural. La participación activa de este sector social en el derrumbe de gobiernos de derecha (en su más plural pelaje, esto es, democristianos, liberales, neoliberales, conservadores, fascistas disfrazados...), casi nunca es correspondida con un buen resultado en las urnas. El famoso e injusto voto útil hace que la socialdemocracia engorde en diputados y senadores muy, pero que muy encima, de los méritos contraídos por sus políticos y políticas cuando ejercían de oposición, en claro detrimento de las organizaciones que lucharon más abiertamente por derrocar a esas derechas.

El aparato mediático socialdemócrata hace luego el resto, cuida con esmero a ese electorado que entra por su izquierda, recordándole la utilidad de su decisión, la utopía absurda y trasnochada de pensar en otra izquierda en estos tiempos de modernidad, y sobre todo, azuzando con el recuerdo del anterior gobierno, como método infalible de proteger con la actitud, pero sobre todo con el voto, al nuevo Gobierno que llaman progresista, y que, de paso, posibilita pingües negocios a sus afines.

Ante este panorama, buena parte de esa izquierda que no se presenta a la sociedad como abiertamente socialdemócrata, llena sus realidades de pragmatismo y aparca críticas, movilizaciones sociales y análisis sosegados de lo que representa en realidad esa falsa izquierda en el Gobierno. Quizás en este plegar de velas tenga mucho que ver la enorme deuda económica que este tipo de organizaciones arrastran, la necesidad de colocar a algunos de sus dirigentes que han hecho de la política su único modus vivendi posible, y el convencimiento de que fuera del Sistema hace mucho frío. Todo, vendido a su mermado electorado como apoyo crítico a un gobierno de progreso.

Así las cosas, los gobiernos socialdemócratas se quedan sin oposición a su izquierda, lo que desde el punto de vista táctico y estratégico resulta perfecto para sus fines, ya que la ciudadanía media sólo identificará un falso bipartidismo que en realidad defiende lo mismo. Es, para los regidores del sistema, un escenario idílico, ver gobernando a la socialdemocracia y, cuando se agote, los conservadores, y viceversa en la siguiente legislatura.

La izquierda real, la que no renuncia a sus ideas por prebendas, debería enfrentar con el mismo énfasis las políticas de derecha cuando las practique una cara de la moneda o la otra. Vaciar las calles de reivindicaciones, los muros de consignas, cambiar la verdad por táctica, el discurso por monedas, lleva a sus practicantes al suicidio político, incluso al electoral. Por ello resulta imprescindible ir tejiendo una izquierda combativa con gentes procedentes de las distintas escuelas de pensamiento, pero también con la generosidad suficiente como para crecer y que la socialdemocracia y sus afines se vean obligados a mirar a su izquierda con preocupación.

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